21º Domingo durante el año
Para el día de hoy (26/08/18):
Evangelio según San Juan 6, 60-69
La lectura de este día nos refleja con exactitud lo que les sucedía a los discípulos del Maestro en los tiempos de su ministerio, un grupo que era mucho más grande que el de los Doce apóstoles. En ellos persistían los criterios impuestos por la Ley y las tradiciones de sus mayores, quizás de manera más específica, la interpretación que la religiosidad oficial hacía de esa Ley y esas tradiciones; así las enseñanzas y el lenguaje de Jesús de Nazareth les resultaba inadmisible y escandaloso.
Es que no era fácil para ellos seguir sus pasos, asumir en sus vidas lo que Él predicaba, un Dios tan cercano como un Padre, un Dios que se brinda a todos por igual y al que no parece importarle demasiado el origen nacional, racial, el género, las ideas, la religiosidad practicada, y que por ello bendecía a todos los pueblos.
Golpe terrible para su orgullo nacional, no les caía nada bien que un samaritano, que una pagana, que una prostituta los precedieran en las cosas de Dios y pudieran enseñarles cuestiones que ellos, por simple pertenencia, creían tener asegurada.
Tampoco puede soslayarse la necesidad de sostener una imagen tremenda, gloriosa de poder que se ejerce, de victorias aplastantes sobre cualquier enemigo, más nunca un mesías que se entrega con mansedumbre, que ofrece su vida con una libertad que estremece, un Dios que es derrotado, aniquilado por el odio.
Es que no era fácil para ellos seguir sus pasos, asumir en sus vidas lo que Él predicaba, un Dios tan cercano como un Padre, un Dios que se brinda a todos por igual y al que no parece importarle demasiado el origen nacional, racial, el género, las ideas, la religiosidad practicada, y que por ello bendecía a todos los pueblos.
Golpe terrible para su orgullo nacional, no les caía nada bien que un samaritano, que una pagana, que una prostituta los precedieran en las cosas de Dios y pudieran enseñarles cuestiones que ellos, por simple pertenencia, creían tener asegurada.
Tampoco puede soslayarse la necesidad de sostener una imagen tremenda, gloriosa de poder que se ejerce, de victorias aplastantes sobre cualquier enemigo, más nunca un mesías que se entrega con mansedumbre, que ofrece su vida con una libertad que estremece, un Dios que es derrotado, aniquilado por el odio.
Esa libertad los escandaliza. Preferirían persistir bajo el grave yugo de los dictámenes, de las recetas piadosas seguidas al pié de la letra, de las recompensas obtenidas merced a la observancia de los preceptos. Por eso es tan duro soportar a un Dios que se revela Padre universal, Padre por siempre y por sobre todo, Padre que ama, Dios de la Gracia y la misericordia, y muchos se van, pues les resulta más fácil, quizás menos temerario, regresar a lo viejo, a las costumbres, a lo conocido, una religión de esclavos devotos de un ídolo y nó del Hijo del hombre, Señor de la historia, Hijo de Dios.
Nosotros, junto a Pedro, no nos iremos.
Nosotros, junto a Pedro, no nos iremos.
No es fácil ni simple batallar contra el ego y la soberbia, pero aún así permaneceremos.
No hay respuestas en el dios dinero, ni en los falsos ídolos del poder, en las tentaciones del mundo, en las vanas peleas que nos ofrecen los poderosos.
La vida pasa por otro lado, la vida plena, la vida eterna está en Cristo y su Palabra.
Paz y Bien
Paz y Bien
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