San Bartolomé, apóstol
Para el día de hoy (24/08/18):
Evangelio según San Juan 1, 45-51
A veces, la sencillez y la simplicidad nos hacen recordar y recuperar la frescura de la Buena Noticia. Y si por un momento nos detenemos a mirar y ver desde esa perspectiva, Jesús de Nazareth siempre nos está invitando a una vida nueva, sin condiciones previas.
Él ha convocado a Felipe de un modo inequívoco, porque siempre es Dios el que nos busca, es Dios quien tiene todas las primacías y todas las iniciativas.
Felipe se ha conmovido por el llamado, y no quiere guardarse ese asombro para sí, una fuerza imperiosa lo moviliza a compartir ese tesoro insospechado.
Quizás esta sea la clave de la evangelización y el apostolado, el descubrirnos llamados y buscados, y salir a compartirlo con los demás. En el corazón de Felipe arde la misma brasa que en los corazones de los peregrinos de Emaús.
Él ha convocado a Felipe de un modo inequívoco, porque siempre es Dios el que nos busca, es Dios quien tiene todas las primacías y todas las iniciativas.
Felipe se ha conmovido por el llamado, y no quiere guardarse ese asombro para sí, una fuerza imperiosa lo moviliza a compartir ese tesoro insospechado.
Quizás esta sea la clave de la evangelización y el apostolado, el descubrirnos llamados y buscados, y salir a compartirlo con los demás. En el corazón de Felipe arde la misma brasa que en los corazones de los peregrinos de Emaús.
Esa fuerza increíble no se detiene en disquisiciones estériles ni en casuísticas ni en exégesis: es una experiencia vital profunda que ha de expandirse en el compartir con los hermanos. Por eso Felipe, ante las razonables dudas de Natanael/Bartolomé, redobla la invitación.
La lógica indica que nada bueno puede salir de la ignota Nazareth, y así será siempre con las cosas del Reino, que tiene que ver con lo inesperado, con lo insospechado, con lo asombroso.
La lógica indica que nada bueno puede salir de la ignota Nazareth, y así será siempre con las cosas del Reino, que tiene que ver con lo inesperado, con lo insospechado, con lo asombroso.
No se trata tanto de lugares físicos, sino más bien de espacios cordiales.
-Ven y verás- invita Felipe, y es una puerta abierta para animarse a más, porque hay más, siempre hay más.
Así los corazones íntegros y sin dobleces podrán descubrir la Salvación en ese Jesús que permanentemente invita, corazones capaces de dejar atrás preconceptos, corazones capaces de ser felices, de asombrarse, de atreverse y de reconocerse buscados e invitados por Aquél que sólo quiere la plenitud para todos sin excepción.
Paz y Bien
Así los corazones íntegros y sin dobleces podrán descubrir la Salvación en ese Jesús que permanentemente invita, corazones capaces de dejar atrás preconceptos, corazones capaces de ser felices, de asombrarse, de atreverse y de reconocerse buscados e invitados por Aquél que sólo quiere la plenitud para todos sin excepción.
Paz y Bien
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