Un pequeño aviso personal

Queridos amigos y hermanos

Ustedes saben que este blog comenzó en diciembre de 2008. 12 años ya. Y habrán advertido en los últimos tiempos cierta escasez de contenidos y algunos días que, contrariamente a lo habitual, me los he salteado.

Debo pedirles disculpas. Situaciones de salud familiares complicadas sumadas a mi desempleo desde diciembre han vuelto algo compleja la situación, especialmente en tener la mente despejada para poder escribir medianamente bien.

Ello no quiere decir que sea el final. Nada de eso. En este pequeñísimo espacio he aprendido mucho, muchísimo más de lo poco que he podido brindar. Y hemos estado en comunión con tantos amigos y hermanos cercanos en el corazón aún cuando en apariencia nos separe una distancia geográfica importante. Las maravillas del Espíritu que nos congrega como familia allí donde estemos.

Seguiré escribiendo en tanto pueda. Dios quiera que pueda volver a hacerlo a diario. Su Gracia y su Providencia nunca nos abandonan.

Infinitas gracias al Altísimo y especialmente a Salvador, Ángelo, la hermana Caminar, el padre Enrique de El Salvador, mis queridos hermanos de Venezuela, el hermano Claudio Ifrán, el hermano Joan Josep, mi hermano y compañero Walter Fernández con sus gratísimos comentarios diarios, la memoria por el querido Antonio y tantos otros que espero no ser injusto si no menciono aquí sus nombres.

Los guardo a todos ustedes como un tesoro preciado, una Gracia que no merezco y nos estaremos encontrando pronto por aquí, o donde el Espíritu nos congregue.

Les ruego, si tienen un minuto, una oración por mi familia y por mí.

Dios los guarde siempre

Paz y Bien

Ricardo


No vamos solos, Él nos sostiene

 





Para el día de hoy (11/05/21):  

Evangelio según San Juan 16, 5-11





El Maestro enseña a sus discípulos -a los Doce y a los de todos los tiempos- que la fidelidad tiene sus costos y consecuencias, y que vivir en plenitud la Buena Noticia puede tener resultado de cruz.


La cruz puede ser la persecución, la condena al ostracismo, la soledad, la difamación y el martirio. Para los poderosos podrá ser un muerto más, pero desde la mirada del Dios de la Vida es el amor mayor que no puede borrarse ni desaparecerse.


Y frente a un mundo obcecado en la injusticia, profuso en miseria e inhumanidad, a menudo nos queda el escape a la tristeza y al desaliento.

Pero hemos de mantenernos firmes, pues no vamos solos, librados a nuestra suerte.


Viene el Espíritu, el Abogado en su sentido primordial: advocatus, cuya raíz latina proviene de ad auxilium vocatus, es decir, el llamado para auxiliar.


Nunca nos quedaremos mudos, no desfalleceremos, no careceremos de fuerza ni de razones. Siempre tendremos de nuestro lado y en nuestro interior a ese Abogado magnífico, savia de nuestras existencias, para que impere la justicia de Dios que es la Misericordia, fruto primero y mayor de la Gracia.


Paz y Bien


No más resignaciones

 







Para el día de hoy (10/05/21):  

Evangelio según San Juan 15, 26-16, 4


Las promesas de Jesús no son abstracciones ni palabras vacuas destinadas a menguar los miedos de los Doce ni de los que seguirán después de ellos.

Porque ellos no tendrán ya la presencia física del Maestro, más Él se queda de una manera distinta pero definitiva: envía su Espíritu, el Paráclito, el Defensor, el que conforta y sostiene.


La cruz de Jesús de Nazareth será también la cruz de sus amigos, y los desprecios y persecuciones de Él también operarán sobre los suyos, incluso con mayor técnica y esmero.

En cualquier otro horizonte, el miedo y el espanto serán rectores y definirán con fiereza toda oscuridad que se asome. Pero es un tiempo nuevo y distinto.


En santa ilógica,  los momentos durísimos de la soledad, del rechazo, de la catalogación espúrea, de las amenazas hasta de la violencia ejercida en nombre de Dios serán momentos luminosos, mucho más frutales que un soportar estoico.

Las vidas de los testigos iluminarán las tinieblas que asolan la tierra.


Sin abstracciones.

La presencia real y definitiva de Jesús impide que los brazos se bajen, que se instale la resignación, que la vida retroceda. Él está para siempre con nosotros.


Paz y Bien

El amor de Dios renueva la faz de la tierra

 





Domingo 6º de Pascua

Para el día de hoy (09/05/21):  

Evangelio según San Juan 15, 9-17



La enseñanza que nos brinda la lectura de este día es nodal, crucial para la vida humana y cristiana pues se establece desde la medida y perspectiva del amor.

Esta enseñanza no puede abstraerse de la perspectiva principal que es la cruz como ofrenda suprema, en contraposición total de aquellos que todo lo regulan -hasta la vida de Dios- mediante códigos y reglamentos específicos, recetas de santidad y pureza ritual que nada tienen que ver con el amor asombrosamente gratuito y absoluto de Aquél que nos ha amado primero de manera incondicional, un amor que es escandaloso para los traficantes espirituales, para los que comercian con méritos religiosos, para todas las mezquindades opresoras del mundo.


Se trata de amar como Jesús amaba.


El amaba de ese modo único y revolucionario pues conocía en su propia existencia el amor del Padre, un amor creador que no tiene reservas y que se encarna, se hace historia y tiempo, vecino, hijo querido. 

Jesús de Nazareth obedece hasta la muerte al Padre, pero esa obediencia no es una subordinación de hacer venias sin pensar, de autómata sin corazón, sino en el sentido más profundo y auténtico de la expresión -ob audire- que significa escucha atenta. Escuchar atentamente para permanecer fiel, servicial obrero de la misericordia que restaura y levanta la creación.


En demasiadas ocasiones pretendemos acotar el amor al escaso tamaño de nuestra vida, a la insignificancia de nuestras existencia, y por eso andamos dispersando a cada paso tanta escasez. Sea entonces la real medida del amor cristiano -el amor humano- el amor de Cristo que se expresa en el servicio, en la gratuidad, en su infinita amplitud que no conoce menoscabos ni restricciones.


Amar como Jesús amaba implica a-pasionarse por el bien de los demás, enamorarse de la vida con todo y a pesar de todo, amarla de tal modo que nos volvamos capaces de entregar sin miramientos la propia para el bien de los demás. Palpitar la urgencia de la compasión, y el carácter único y distintivo de un Mesías que nos ha elegido amigos entrañables.


Sacrificio, en términos sencillos, es hacer sagrado lo que no lo es. El amor de Dios -sacrificio cotidiano- que encarnan los discípulos es señal de santidad que renueva, por la fuerza del Espíritu, la faz de la tierra.


Paz y Bien

Madrecita de Ternura

 




8 de mayo - Nuestra Señora de Luján, Patrona del Pueblo Argentino


MADRECITA DE TERNURA

Madrecita de ternura, Virgencita Lujanera

Vos que sos la mensajera que anunciás la salvación

dale tu fuerza y valor al corazón peregrino,

vení a abrirnos el camino para llegar hasta Dios.


Sos en este Pueblo humilde como la luz de sus ojos,

sos amparo, sos reposo para nuestro caminar.

No nos vamos a olvidar, cuando vivamos a oscuras

que vos sos la Virgen pura, Madrecita de Luján.


Vos sos Madre de los pobres, porque pobre fue tu vida,

y el dolor marcó una herida en tu humilde corazón,

al ver a tu Hijo y Señor elevado en el madero,

lo entregaste al mundo entero para darnos salvación.


Hermosa Virgen morena, Madre del Pueblo Argentino,

apurá nuestro destino de paz y liberación;

escuchá nuestro clamor, es un grito de confianza;

sostené nuestra esperanza, María Madre de Dios.


Mauricio Chapar - P.Raúl Canali



Feliz día, Virgen Gaucha!

El amor es el mandamiento fundamental que supera por lejos toda ley

 





Para el día de hoy (06/05/21):  

Evangelio según San Juan 15, 9-11



Si interpeláramos a la historia y a las culturas acerca del significado del amor, variadas serían las respuestas que obtendríamos.

Algunos nos remitirían de manera primordial a una sexualización extrema, o una simpática y romántica utopía vieja sin mayor relevancia por fuera del ejercicio sexual -entendido éste como genitalidad y nó como sexualidad-. 

Otros referirían a temas sensibleros sin otro compromiso que el de un romanticismos banal acotado al capítulo de una novela escrita, un filme o un episodio de serie televisiva.


Sin embargo, varias de las respuestas no serían tan limitantes.


En la Grecia clásica el amor es entendido como vehículo y realización enteramente individuales, y cuyos vínculos son jerárquicamente verticales. Por ello se ama a sus dioses porque ellos son mejores y se quiere ser como ellos, y a la vez, las mujeres, los esclavos y los que no son demasiado inteligentes ni siquiera son objeto de desprecio; están varios escalones por debajo de cualquier aspiración razonable.


Los fariseos de todo tiempo afirmarán que el amor se expresa en la puntillosidad del cumplimiento de los preceptos de piedad, y ese amor tendrá por fruto obtener el favor divino, meritocracia piadosa, capitalismo espiritual.


Entre nosotros, lo lógico y razonable es amar a los propios, a los cercanos, a los pares, a los amigos y parientes. El amor se acota a los que quiero y conozco.


El amor propuesto y vivido por Jesús de Nazareth es radicalmente distinto, es ágape, es ofrenda desinteresada de la propia existencia, es celebración de la vida de los amigos y los hermanos, es vincularse con Dios porque Él sale al encuentro de sus hijas e hijos ante todo, y no tanto que ellos lo busquen como proveedor de lo que sus miserias requieren.

Es amor el mandamiento fundamental que supera por lejos toda ley o cualquier prescripción, es el Espíritu que anima esos mandamientos, el sueño eterno de que la humanidad sea libre y plena.


El amor de Jesús de Nazareth es ágape con perfume a pan y vino que se expresa totalmente en la cruz.


Paz y Bien


Destino de vino bueno

 





Para el día de hoy (05/05/21) 

Evangelio según San Juan 15, 1-8




La vitivinicultura es milenaria; a través de los siglos, aún cuando hubo muchos cambios por los avances tecnológicos, la raíz sigue siendo la misma, y es la calidad de la uva, fruto de la vid.


Los oyentes de Jesús lo sabían bien: las mejores uvas son las que surgen de las ramas o sarmientos más cercanos al tronco, a la vid, toda vez que reciben plena la savia nutricia que las vivifica y florece. Las más alejadas son, por lo general, desechadas para la fermentación del mosto primario. 

Y sucede lo mismo con las ramas: cuando se alejan demasiado de la vid, se resecan y no dan fruto, y la única utilidad o destino de esos sarmientos es el ser utilizadas como leña, y también han de ser podadas del cuerpo principal de la vid para que ésta genere brazos nuevos y fructíferos.


Contra todo pronóstico de pervivencia fundado sólo en el sustento que se adquiere desde fuera, la enseñanza del Maestro remite a una interioridad total entre Él y el creyente, dador generoso de la savia que nos hace vivir. 

En su cercanía nos volvemos madera verde que brinda buenas uvas, uvas que han de pisarse y fermentarse para transformarse en vino bueno.

En cambio, cuanto más nos alejamos nos resecamos y nuestra existencia deviene inútil, sin horizonte, estériles en todos los aspectos. Y aquí es menester derogar esa imagen de un Dios que entrega como pasto de las llamas a las ramas secas. El Dios de Jesús de Nazareth es un Padre y una Madre que ama y cuida, es el Viñador que a veces nos poda para que nos crezcan cosas nuevas, es Aquél único conducto por el cual nos viene la vida.


Porque tenemos un destino de vino bueno, y María de Nazareth lo sabía bien pidiéndolo para nosotros, y el Maestro se funde en nuestro devenir transformando cada día, en la mesa de los hermanos, a ese vino en su sangre para la Redención.


Paz y Bien

La paz es hija de la verdad y hermana de la justicia

 





Para el día de hoy (04/05/21):  

Evangelio según San Juan 14,  27-31a



Todos aquellos que hemos sufrido la pérdida de un ser querido, solemos atesorar las últimas palabras, gestos y momentos de quien se ha ido. A menos que la memoria nos juegue una extraña pasada -porque la memoria está condicionada por los sentimientos- esos recuerdos tan valiosos no se convertirán en pasto de olvido.


El Maestro lo sabe, porque es conocedor como nadie del corazón humano y más especialmente de aquello que anida en las honduras de los suyos. Él está por partir de la manera más dolorosa e ignominiosa, morirá como un delincuente abyecto y marginal -poco que ver con el Mesías glorioso que ellos aguardaban- y para ellos vendrán días de miedo y soledad. Aún deben pasar por el éxodo de la Resurrección para descubrir que Él se vá para quedarse de manera definitiva.


Por ello mismo, a contrario de un mundo que se precia de elegir el mal menor, Él les hereda un bien mayor, su paz. No es un cúmulo de buenas intenciones, ni una paz mundana, la paz que supone ausencia de conflictos, pax imperial sostenida a fuerza de las armas, paz que se define por el miedo y la necesidad de sobrevivir, paz que encuentra su hogar primordial en los cementerios.


La paz de Jesús de Nazareth es Shalom universal que siempre es comienzo, renuevo, hija dilecta de la verdad y hermana gemela de la justicia.


Shalom de tierra prometida, de no resignación -jamás-, de humildad y mansedumbre, de devoción al hermano, de glorificación a Dios en los pobres y pequeños, de seguir adelante con todo y a pesar de todo, la inmensa fidelidad de morir para que otros vivan.


Paz y Bien


El Señor es nuestro destino y nuestra suerte

 




Santos Felipe y Santiago, apóstoles

Para el día de hoy (03/05/21):  

Evangelio según San Juan 14, 6-14



No podemos negar una constante, y es que oscilamos entre una espiritualidad desencarnada de la realidad a una religiosidad que se remite específicamente a las necesidades comunes, a lo coyuntural, a lo que suele perecer.


Quizás, en parte, esto suceda porque el acostumbrarse y transcurrir sin crecer ni expandir el corazón demuele cualquier esperanza.

Por ello mismo es necesario y hasta imprescindible volver a hacer preguntas como la de Felipe, que aunque errónea ante toda la evidencia de la Gracia, es signo de un alma que no se queda quieta y no se conforma.


Porque sin camino no hay andar, y si no hay andar mucho menos hay un destino cierto.


Porque sin verdad, estamos a la ventura de vientos difíciles y tormentas malignas que nos llevan a ninguna parte.


Porque sin una vida definitiva, hay una muerte rotunda.


Tal vez, nos hemos vuelto puntillosos adeptos a un sistema de creencias y férreos defensores de profundas doctrinas, pero olvidamos la clave/llave de toda vida: la Salvación -don y misterio- no está definida por las cosas y dogmas en los que creemos, sino más bien por Quien creemos. Porque no creemos en algo, creemos en Alguien, Jesús de Nazareth, nuestro camino, verdad y vida, nuestro destino, nuestra existencia y nuestra liberación, hermano y Señor nuestro, puerta siempre abierta a la vida plena que no tiene fin.


Paz y Bien

Permanecer en el Señor

 




Domingo Quinto de Pascua

Para el día de hoy (02/05/21):  

Evangelio según San Juan 15, 1-8



La lectura de este día está signada por una palabra: permanecer. Sin adentrarnos en el su significado profundo, inmediatamente su sonoridad nos remite a persistencia, a constancia, a firmeza.


Quizás por ello el Maestro insista tantas veces en ello.


La imagen de la vid es muy cara a la memoria de Israel, que simbólicamente es la viña cuyo viñador es el mismo Dios. A veces y a través de su historia, la vid ha dado uvas nada dulces que no pueden ni acercarse a un mosto menor, y ahí es menester que el Viñador realice una poda.

Viña sin frutos tiene destino de leña, pasto de las llamas.


Cristo es la vid verdadera, y en unión constante con su persona recibimos la savia vital de la Gracia. Nos volvemos madera verde y floreciente, en la que asoman uvas santas del mejor de los vinos, el vino de la vida, la paz y la libertad.


Permanecer sin desmayos, férreamente aferrados a su corazón sagrado, con todo y a pesar de todo.

En estos tiempos que parecen una gran caverna de sombras fútiles y mentirosas, nos aferramos como tabla de salvación a Aquel que es el camino, la verdad y la vida. Aún cuanto no sea agradable ni correctamente acorde a los tiempos y al discurso. Aún cuando implique el ir contra corriente.


Permanecer significa que Cristo impulsa y nosotros fructificamos en servicio, en misericordia, en justicia y liberación, el vino del amor que es también la gloria de Dios.


Permanecer en Cristo, en su Palabra, nos pone en camino hacia la vida plena.


Paz y Bien

Oración a San José Obrero - San Juan XXIII

 




1º de Mayo - San José Obrero


San José, guardián de Jesús y casto esposo de María,


tú empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber,


mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos.


Protege bondadosamente a los que recurren confiadamente a ti.


Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.


Se dirigen a ti porque saben que los comprendes y proteges.


También conociste pruebas, cansancio y trabajos.


Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida,


tu alma estaba llena de profunda paz


y cantó llena de verdadera alegría por el íntimo trato que goza con el Hijo de Dios,


el cual te fue confiado a ti a la vez que a María, su tierna Madre.


Ayúdanos a comprender que no estamos solos en nuestro trabajo,


a saber descubrir a Jesús junto a nosotros, a acogerlo con la gracia


y custodiarlo con fidelidad como tú lo hiciste.


Obtén que en nuestra familia todo sea santificado


en la caridad, en la paciencia, en la justicia y en la búsqueda del bien.


Amén.


San Juan XXIII

Cristo camino, verdad y vida

 





Para el día de hoy (30/04/21) 

Evangelio según San Juan 14, 1-6



A partir de la Palabra para el día de hoy, se podrían realizar profusas reflexiones teológicas y enriquecedoras exégesis, lo cual -es claro- no está mal.


Pero por un momento, detengámonos en la escena que nos plantea el Evangelista Juan: es un hombre joven que sabe que vá a morir muy pronto, que conoce el daño espantoso que producirá el miedo, que luego de su partida a sus amigos los perseguirán, los acosarán con represión, con descalificaciones, con exclusiones y excomuniones. Y sabe bien que aún después de tanto enseñarles y de tantos senderos compartidos, aún no terminan de comprenderlo.


Lo que está por suceder es inmensamente doloroso y golpea con su tristeza en ciernes, y eso es lo que angustia al rabbí nazareno, que no quiere que se pierda ni se extravíe ninguno de los suyos.


La respuesta a esa inquietud profunda que brinda Jesús de Nazareth transluce la infinita compasión de su Padre, un Dios increíblemente resplandeciente en lo humano, un Dios entrañablemente cercano a nuestra finitud y a nuestras miserias.


Nadie debe perderse, nadie.

Esas habitaciones de su casa son reflejo de su corazón infinito y signo de aquello que llamamos Iglesia: un recinto amplísimo con lugar para todos, en donde se respire fraternidad, misericordia, mansedumbre y paz, todas semillas certeras y eficaces de la alegría que no perece)


Paz y Bien


En los pequeños Dios se revela y brota la profecía

 




Para el día de hoy (29/04/21):

Evangelio según San Mateo 11, 25-30



Lo podemos advertir si nos detenemos por un momento y nos sinceramos: nos ha impuesto -y aceptamos alegremente- el cumplimiento de una miríada de rituales, normas, legislaciones, cánones y espiritualidades pro-forma. En muchos casos, claro está, no esta para nada mal; sin embargo esto suele ser causa de exclusión profusa. Cada vez son más los marcados para quedar fuera de un grupo que, aparentemente, es el más piadoso, el más cumplidor, el más puro, el más ortodoxo.


Una religiosidad sistematizada -a menudo causada por una prudencia que es hija dilecta del temor al compromiso- necesariamente conduce al fundamentalismo y al olvido del otro, negación militante del prójimo.


Frente a esta postura harto racional, de rictus severo y cerrado, brilla diáfana la locura de la Buena Noticia.

En alguna parte y en algún momento hemos perdido el rumbo: la fé cristiana debería ser, ante todo, no la adhesión a un cuerpo doctrinario que a menudo se torna ideológico, sino más bien creer en Alguien, Jesús de Nazareth, nuestro hermano y Señor. Vivir como Él vivió, pasar por la vida con sus mismos pasos, amar como Él ama, rendirle culto al Dios de la Vida en los templos latientes que son nuestros hermanos.

Mientras que nuestros magníficos templos y nuestras estructuras tengan para nosotros mayor valor que una sola vida -por pequeña que sea- estamos negando concienzudamente la fuerza revolucionaria del Evangelio.


Dios se ha dado a conocer en la historia humana, haciéndose un Niño frágil en brazos de su Madre, artesano pobre de aldea sospechosa, Dios que levanta al caído, que se inclina al enfermo y al agobiado, Dios del regreso y el reencuentro, Dios que se desvive por los pobres y excluidos, Dios que es abrazo y perdón, Dios que es fiesta y liberación.


¿Dónde lo encontraremos?

Jesús lo expresa con claridad: el rostro de Dios resplandece en los más sencillos y pequeños, en los pobres y oprimidos, y es un misterio de amor que escapa a cualquier mesura; allí lo encontraremos, lejos de cualquier simpatía, agrado o preferencia. Carga en sus hombros nuestras cruces y agobios, nuestros cansancios, nuestros sufrimientos.

Su yugo es liviano, es justicia y liberación, compasión y misericordia.


Dios se revela en los más pequeños, en ellos se expresa, allí brota la profecía y su voluntad primera: la gloria de Dios es que el pobre viva en plenitud.


Paz y Bien

Hacernos bendición

 




Para el día de hoy (28/04/21):  

Evangelio según San Juan 12, 44-50




Él caminaba por toda aquella Galilea de los márgenes, subía a Jerusalem, pasaba sus días en Jericó, en Cafarnaúm, en Betania, en la Decápolis, bordeaba los poblados del mar, cruzaba las fronteras de la pureza y la ortodoxia impuestas.


Eran todos sitios concretos, en un momento determinado de la historia; y en todos aquellos lugares este judío humilde Jesús de Nazareth, desbordaba compasión, se acercaba a los dolientes, comía con los réprobos, brindaba sanación, levantaba a los caídos, hablaba de su Padre y de un Reino que las almas más estrechas y severas se negaban a aceptar, acusándolo de blasfemo, de impuro, de loco.


Todas y cada una de las cosas que Él dijo e hizo han sido señales luminosas para aquellos que agonizaban en oscuridad y silencio, para los que no podían ver más allá de algunos conceptos mezquinos, para los que toda noticia habitualmente era mala.


Todas esas señales fueron posibles porque Él mismo es la luz, luz que ilumina y no encandila, luz que desaloja toda tiniebla, luz que es pura transparencia.

Estamos demasiado empeñados en adjudicarle al Maestro títulos, categorías y atributos divinos, y así solemos olvidar la clave mayor de la revelación, la identidad plena entre Jesús y el Padre, de tal modo que sabemos con certeza que Dios es Jesús y Jesús es Dios.


Ello excede cualquier cálculo y supera por lejos todas aquellas especulaciones que podamos realizar: en la humanidad plena de Jesús de Nazareth se expresa la eternidad y el infinito del Creador del universo, una expresión que siempre es salvación y liberación, alegría y misericordia.


Solemos suplicar la bendición de Dios en todo lo que emprendemos, en nuestra cotidianeidad y está muy bien; sin embargo, desde estas señales de luz quizás nosotros mismos -hermanos y discípulos del Maestro- tengamos pendiente hacernos bendición para los demás, señales de auxilio para nuestra gente.


Paz y Bien

El Buen Pastor hace que los días sean celebración perpetua

 




Para el día de hoy (27/04/21):  

Evangelio según San Juan 10, 22-30



La interpelación que los dirigentes judíos imponen a Jesús acontece durante la celebración de la Fiesta de la Dedicación, también conocida como Hanukkah o fiesta de las Lucernarias.

En ella, se celebraba la victoria de la revuelta iniciada Judas Macabeo y sus hermanos por sobre el rey invasor e ilegítimo Antíoco Epífanes; era un acontecimiento de índole nacionalista pero también religioso, toda vez que los Macabeos mandaron realizar la purificación del Templo de Jerusalem, pues dentro del mismo el rey Antíoco mandó colocar un altar para la adoración del dios Zeus. Esto implicaba una afrenta gravísima al ámbito sagrado del Dios de Israel y, por tanto, a todo su pueblo.

En memoria de aquellos acontecimientos, durante ocho días se encenderían luces o velas en un candelabro especial, recuerdo de la restitución del Templo, de su purificación y del fin del yugo extranjero. Es memorial de liberación.


Los dirigentes judíos están furiosamente inquietos: se han apropiado de lo que no les pertenece -el pueblo, las cosas de Dios- y como tales creen tener derecho a exigir que Jesús se defina, para determinar si encaja en sus parámetros, los únicos válidos. Ellos han trastocado una fiesta de liberación en la repetición estéril y sin corazón de gestos cultuales, de sacrificios, de preceptos a cumplir. Ellos son los falsos pastores que suprimen cualquier profeta por considerarlo competencia y amenaza, y están más que dispuestos a hacer lo que fuera necesario para que nadie de su rebaño escape de su imperio y poder.


La diferencia es raigal.

Mientras uno consideran al pueblo como su propiedad, Jesús de Nazareth, el Buen Pastor, es servidor de sus ovejas. Él sabe que vá a ser escuchado porque sus palabras son claras y diáfanas, palabras que arrojan buena luz, como esas lucernas de Hanukkah.

El Buen Pastor hace que los días sean celebración perpetua y viva del paso liberador de Dios por la historia, y a esa celebración de la vida ninguna oveja ha de faltar.


Paz y Bien

Jesús de Nazareth es la puerta de la casa luminosa de la Salvación

 





Para el día de hoy (26/04/21):

Evangelio según San Juan 10, 1-10



Tristemente, nos hemos acostumbrado a la constancia de ladrones y salteadores en nuestras vidas, pequeñas y frágiles existencias. Son los mismos que a diario nos hieren con la corrupción y nos agravian con la mentira.


Son los eficientes constructores de altos muros que separan, los sembradores de odios, los dispensadores de exclusión y miseria.


Son aquellos que con religiosa puntillosidad proscriben a tantos, los mismos que ponen barreras y pretenden cobrar peaje para acceder a un Cristo que han dibujado lejanamente celestial y accesible para unos pocos, nunca para los pequeños.


Pero hemos de desertar con alegría y confianza de todo ello.


El Maestro es la puerta a la vida plena, a la vida generosa y abundante.

Es puerta que refiere a hogar, a casa grande con mesa para todos, a refugio, a descanso del camino, a hospitalidad y compasión, al acceso gratuito y bondadoso a salvación y liberación.


Jesús de Nazareth es la puerta de una casa luminosa en donde vive nuestra esperanza.


Paz y Bien

Las ovejas que sólo conoce el Buen Pastor

 






Domingo Cuarto de Pascua

Para el día de hoy (25/04/21):  

Evangelio según San Juan 10, 11-18



Para la gran mayoría de las mujeres y los hombres del siglo XXI, los temas referidos a pastores y rebaños no nos resultan incomprensibles pero sí decididamente ajenos a nuestras vidas modernas, especialmente porque la gran mayoría portamos una cultura mediatizada y citadina de la que es muy difícil escapar.


Jesús de Nazareth enseñaba la Buena Noticia a partir de las cosas cotidianas que sus oyentes y amigos -y Él mismo- conocían; les encendía luces de eternidad desde esas cosas sencillas que eran parte de sus días, y es algo que nosotros hemos olvidado y perdido, y es el anuncio del Reino comenzando por lo que sabemos y conocemos, por las cosas conocidas y asumidas en la rutina y la repetición. Es todo un desafío y una tarea pendiente.


En aquellos tiempos, los oyentes del Maestro eran en su gran mayoría campesinos galileos a los que -para nada- les era desconocida la tarea pastoril, como tampoco les resultaban extrañas estas cuestiones a pescadores, a peregrinos de la Diáspora, a extranjeros de Samaría y la Decápolis, a fariseos y saduceos.


El oficio pastoril tenía una decidida influencia socioeconómica, pues el ganado ovino proveía, en la palestina del siglo I las necesidades de carne, de leche y hasta indirectamente de vestido por las pieles de los animales, cuando nó también fuente de materia prima de usos múltiples hasta médicas también: la grasa de oveja solía utilizarse para curar diversas heridas y lesiones en la dermis, tan comunes en la región por las inclemencias del clima -un uso que llega hasta nuestros días, y que nosotros conocemos como lanolina-.

Sin embargo y a pesar de esta relevancia, el pastor era mirado habitualmente de manera desconfiada y sospechosa; eran habitualmente considerados amigos de lo ajeno, tenaces quebrantadores de los preceptos sabatinos, de dudosa ortodoxia y, en la crueldad de la interpretación literal de la Ley, hombres inmersos en la pobreza y la miseria justificadas por pretéritos pecados.


-Quizás por ello mismo el Dios del Universo los invita con preferencia y primacía a saludar antes que nadie a su Hijo recién nacido y a su Madre...-


A la vez, para Israel el pastor era un símbolo cargado de significado en su historia y en su fé, caudillos y reyes que cuidaban de su pueblo, signo cierto de su Dios que no los abandonaba.


Desde estas ventanas tan contrapuestas, Jesús de Nazareth invita a dar un paso más allá de lo establecido por que hay más, siempre hay más, hay una eternidad escondida más allá de lo evidente y de lo duramente establecido.


El Buen Pastor no es una reivindicación de la autoridad entendida como el extremo superior de una específica pirámide de poder; Jesús de Nazareth sólo comprende y enseña a la autoridad como servicio y más aún, no como poder detentado sino como un esclavo a favor de sus hermanos en asunción libre y consciente. Es el que reniega de cualquier interés previo y egoísta -no lo hace por un salario-, sino que considera a sus ovejas como familia propia, y a su vez es reconocido como parte fundamental del rebaño por ellas mismas.

Él vuelve a decirnos que todas las ovejas son importantes, todas y cada una de ellas, y que es deber sagrado salir en busca de la que se ha extraviado, aún cuando se ponga en riesgo a las otras noventa y nueve.


Más aún: hay otras ovejas que nos son desconocidas, posiblemente de carácter inaceptable y decididamente ajenas a las que hay que ir a buscar con el mismo cuidado con que se protege a los considerados propios.

En la asombrosa Gracia del Reino, hay ovejas aún insospechadas para la gran mayoría pero nunca para el Buen Pastor, recordando que Él no nos pertenece a unos pocos sino que más bien es de toda la humanidad.


En el esplendor único y humilde de la Resurrección, tal vez sea menester detenernos por un momento; por rutina y costumbre hemos relegado el significado de pastor a determinadas funciones eclesiales específicas, cuando en realidad es oficio santo de todos los bautizados el cuidado del otro, el rescate del extraviado, la vida que se ofrece alegremente como rescate del que peligra, y ese mandato que no se negocia y es irreductible, y es que todos -sin excepción- estamos llamados a pastos de calma, de paz, de plenitud y de fraternidad.


Paz y Bien


Sólo Cristo tiene Palabras de vida eterna

 






Para el día de hoy (24/04/21):

Evangelio según San Juan 6, 60-69


Con la Pasión asomándose en el horizonte inmediato, el tiempo para Jesús y sus seguidores se vuelve un tiempo de definiciones porque la cruz no admite medias tintas.


Así muchos se irían de su lado, en parte escandalizados, en parte por no ser capaces de admitir que es un tiempo nuevo, de libertad plena. Y a menudo esa libertad espanta, porque involucra un compromiso raigal, una vida vivida de un modo totalmente distinto, vidas capaces de donarse incondicionalmente en favor del otro y para que el otro viva.


Lo peor de todo no es la renuncia de aquellos que se van; lo peor radica en aquellos que dicen pertenecer y estar, y sin embargo son ajenos a cualquier Buena Noticia y están en las antípodas del tiempo de la Gracia.


Por ello, Señor, aunque se nos haga duro, no iremos allí donde a menudo se nos invita.


No iremos a una fé de trueque, de conveniencias, en donde se negocian favores divinos a cambio de promesas piadosas, a los templos de estrictas condiciones de acceso.


No iremos a esos sitios tan reales y actuales de costos y beneficios, y renegaremos de ese eslogan terrible que afirma que todo tiene su precio.


No iremos allí en donde todo está específicamente normatizado, donde se ahoga el Espíritu de verdad y vida detrás de reglamentos.


No iremos allí en donde se nos insiste en un dios lejano e inaccesible, un dios que exige pagos previos, un dios castigador severo, un dios voraz sediento de sacrificios.


Nosotros nos vamos con Abbá Padre, Dios encarnado en nuestra historia, infinito tejido en nuestros días.

Nosotros nos vamos con Jesús de Nazareth, nuestra alegría y nuestra salvación, porque sólo Él tiene palabras de eternidad)


Paz y Bien

Pan Vivo para la vida eterna

 







Para el día de hoy (22/04/21):  

Evangelio según San Juan 6, 44-51


Siempre ha sido fuente de estudios, análisis y controversias la búsqueda de Dios. Muchos han realizado ingentes esfuerzos a partir de la razón -en diversas épocas de la historia- para justificar o negar su existencia, y es un tema que no se agotará con facilidad, pues está indisolublemente unido a las preguntas y necesidades primordiales y más raigales de la humanidad.


Sin embargo, Jesús de Nazareth nos enseña y revela una perspectiva asombrosa: no es tanto el empeño puesto en esa búsqueda como infinito es el esfuerzo de un Dios que es Padre saliendo en nuestra búsqueda, de modo incansable, tenazmente amoroso, sagradamente revestido de bondad y ternura.


Ese Dios que nos busca no se oculta en nubes pretéritas, en cielos inaccesibles, en su abismal alteridad. Es un Dios que se deja encontrar, es un Padre que nos está constantemente llamando, es una Madre que nos lleva de la mano por los senderos más oscuros.

Y es en medio de nuestra cotidianeidad en donde se hace presente con su increíble y maravillosa Gracia, regalo infinito de liberación y salvación para toda la humanidad sin excepción.


A ese Dios lo encontraremos en el pan compartido, en cada gesto de compasión, en cada acto de bondad, en el perdón que nos sana, en la misericordia que nos levanta.


En la comunidad que se reúne en torno a ese Jesús que es hermano y Señor, allí precisamente acontece el Reino y florece la fé como don y misterio, creciéndose impetuosa y humilde la vida eterna.


Paz y Bien

Hemos de volvernos pan para el hermano, trascender a partir de la donación de la existencia

 




Para el día de hoy (21/04/21):  

Evangelio según San Juan 6, 35-40



En cierto modo, la Eucaristía es un escándalo y contraría toda razón.


Se trata de un Dios que se atreve a alimentarnos a todos nosotros, simples y mínimos mortales, con su misma esencia. El Dios del Universo se hace tan cercano como el pan.


Lo usual sería una divinidad que de alguna manera se vuelve proveedor de todo aquello que necesitamos como sustento; así lo interpretaban muchos en los tiempos del Maestro, refiriéndose al maná del desierto.

Pero aquí se trata de un salto infinito: es Dios mismo que se brinda y se entrega sin reservas, que se dona sin condiciones para que nadie más languidezca, para que todos -sin excepción- vivan en plenitud.


Por eso mismo, quienes comieron del maná famoso sobrevivieron a los rigores del Sinaí pero tarde o temprano murieron.

Ahora la diferencia es abismal: quien se alimenta de este Dios que se brinda en Jesús de Nazareth vive para siempre, pues asimila en su existencia la misma trascendencia de Dios.


Es una nutricia cuestión de amor, que desafía a las almas severas y rigurosas.

Nadie, por ningún motivo, debe perderse, todos estamos en las manos bondadosas de un Dios que es misericordia.


Como ese Cristo que se brinda para la Salvación, se edifica nuestra misión y vocación.

Hemos de volvernos pan para el hermano, trascender a partir de la donación de la existencia en lo cotidiano, especialmente allí en donde nada bueno ni nuevo se espera.


Paz y Bien


La vida que se ofrece incondicional

 




Para el día de hoy (20/04/21):

Evangelio según San Juan 6, 30-35



Esas gentes que le reclamaban al Maestro un signo espectacular, un hecho milagrero para seguirlo. Se habían quedado asombrados por ese pan múltiple e increíble y quisieran seguirlo como profeta sólo por eso, y no por su Palabra Viva que exige un compromiso, un enfrentamiento con la injusticia, una cruz asumida por amor a los demás, el coraje por un mundo nuevo.


Es la redundante y habitual contraposición entre ley y Evangelio, entre costumbres religiosas anquilosadas y Buena Noticia. Por ello su referente ha de ser el maná de Moisés en el desierto, dejando de lado a Aquél que por bondad les proveía el sustento en esos tiempos aciagos.

Es la pasividad del alma que exige un dios panadero, proveedor de necesidades mínimas en el que se creerá en tanto y en cuanto -comercio piadoso mediante- cumpla en tiempo y en forma con aquello que le exigimos.

Ese no es el Dios de Jesús de Nazareth.


El pan de vida, ese Cristo que se nos hermana, no llueve desde un cielo inaccesible con ribetes mágicos. 

El pan de vida es el pan de la comunión y la vida compartida que tiene una marca de cruz, es pan que promete y compromete, es pan que nos vuelve santos porque santificamos el nombre de Dios buscando con ahínco y sin desmayos el sustento de tantos hermanos abandonados, es pan de fraternidad sin concesiones, es pan de justicia, es pan de eternidad floreciéndonos en el aquí y ahora de la mesa compartida sin ninguna exclusión, la mesa de todos -buenos y malos-, la mesa de las hijas e hijos de Dios en donde nadie debe faltar, es Cristo mismo descubierto en el rostro del hermano y más aún, pan para el que aún no ha llegado, pan para el extraviado, pan para el que se ha ido, pan de Vida y pan Vivo para que nadie más pase hambre ni sufra sed.


Paz y Bien

Es tarea santa desalojar el hambre

 






Para el día de hoy (19/04/21):

Evangelio según San Juan 6, 22-29



La bondad de Dios que trasluce Jesús de Nazareth se expresó en ese pan abundante, que desborda cualquier presunción, pan para saciar la necesidad de la multitud sin pedir nada a cambio, pan de la compasión y el compartir.


Pero las multitudes y los Doce se quedaron en el mero episodio -magnífico y asombroso, claro está- pero no se atrevieron a ir más allá, no siguieron la dirección que el signo de Jesús les brindaba. Se quedaron estancados en lo episódico, en una superficie de gestos puros y desviaban su mirada de la caridad que los impulsaba. Es la actitud de quienes se aferran a los ritos y a dogmas, dejando de lado al Espíritu que todo lo anima, nuestra mediocridad de quedarnos en las orillas y no navegar mar adentro.


Desde allí, es comprensible que al Maestro le pregunten -¿Cuando llegaste?-, porque su horizonte no es el mismo, porque nuestros senderos no suelen ser los suyos.


Porque es tarea santa desalojar el hambre que agobia a miles, eso es indudable.

Pero en el mismo ámbito de Salvación, nos falta animarnos a suplicar que se nos despierte, tenaz e incansable, ese hambre de justicia, de fraternidad, de solidaridad, del compartir, de que nadie quede excluido de la mesa grande de la vida.


Paz y Bien

Volver de todas las muertes

 






Domingo tercero de Pascua

Para el día de hoy (18/04/21):  

Evangelio según San Lucas 24, 35-48


Estaban allí, prisioneros de sus miedos, vestidos de fracaso e incomprensión, con las esperanzas derrotadas y una sensación de que todo había sido en vano. Aún cuando los caminantes a Emaús les relataran la maravilla sucedida, no podían dar ningún paso, algo más que una puerta estaba trabado en ellos.


Esos muros de desaliento que han levantado en torno a ellos no son obstáculo para la el Verbo que crea y recrea, y por ello Jesús de Nazareth irrumpe mansamente en esa estancia apretada con un saludo de paz. La paz es signo certero de la presencia de Dios y de los suyos en aquellos sitios en donde la vida viene en retroceso, en donde nada bueno ni nuevo puede acontecer.


Aún así, ellos se asustan y suponen ver a un fantasma. A nosotros también nos asusta la presencia real de Jesús Resucitado, tan cómodos estamos con postales y estampas a medida del Cristo celestial, tan ajeno a nosotros, tan conveniente a nuestra razón. Hacer vida que, precisamente, el Resucitado es el Crucificado supone un éxodo interior.


Allí están visibles las marcas de los clavos, allí están la violencia y la crueldad dejando huella en sus pies. Manos a las que se trata de volver inútiles al trabajo, al afecto, al abrazo. Pies a los que se les quiere impedir el andar. Esas heridas son la identidad definitiva y definitoria del Resucitado, las marcas de la cruz, la presencia del amor mayor.


Por eso, quizás hemos de suplicar ese derribo necesario, esa irrupción santa puerta adentro de nuestros miedos, en el encierro de nuestra falta de fé y de nuestro no querer mirar y ver.

En la comunidad que comparte el pan se hace presente el Resucitado, abriéndonos en entendimiento para comprender la paradoja y el escándalo de la cruz, la eternidad que empuja y florece con todo y a pesar de todo.

En nuestros hermanos heridos, en todos los que han sido lastimados hemos de descubrir a Aquél que está vivo y es la vida.


Y desde allí, resucitar. Volver de tantas muertes con el alma recreada.

Quizás por ello la Iglesia sea comunidad de Resucitados que dan testimonio de que la vida prevalece.


Paz y Bien

El Señor viene a nuestro encuentro por sobre todas las tormentas

 




Para el día de hoy (17/04/21):

Evangelio según San Juan 6, 16-21


Ellos se habían subido a la barca, alejándose de ese sitio en donde el pan se había multiplicado en pura bondad y gracia para miles y para los que aún no habían llegado.

Frente a ello, muchos -incluidos los Doce- cayeron rotundamente en la tentación ideológica del éxito: querían nombrar allí mismo a Jesús de Nazareth como rey.

Pero el Maestro desdeña rótulos, rechaza el poder y la fama; es un príncipe de paz extraño, que se coronará de espinas, que sólo entiende al poder como servicio y fruto del amor infinito que surge de su Padre. Por ello habrá de despedir a la multitud, por ello los discípulos desertan de esa imagen que se le ha caído, como habitualmente hacemos con las estampas y esquemas que solemos crearnos para nuestra conveniencia.


Desertamos de ese Jesús de Nazareth de la mansedumbre, la pobreza, la humildad y el servicio, y nos embarcamos en severos proyectos que imaginamos dorados y revestidos de espectacularidad. Pero nuestras barcas -nuestras existencias- son frágiles, barquitos que tiemblan ante cualquier viento ajeno. Y sucede que por ese andar solos, nuestros planes se tornan tempestades.


Pero Jesús es el Verbo de Dios, la Palabra Viva entre nosotros que nunca, jamás nos abandona, con todo y a pesar de todo. Y es esa palabra la que calma toda tormenta, palabra de paz, palabra que aleja el miedo, palabra que nos despeja nuestra visión de todo aquello que adjudicamos a un lejano cielo.


Será entonces que aún nos falte renegar abierta y alegremente de todo éxito, de todo poder, fugitivos perpetuos del reconocimiento y las prebendas.

No es tarea imposible, pues el Maestro viene siempre, inquebrantablemente a nuestro encuentros por sobre las aguas turbulentas que nos suelen agobiar.


Paz y Bien

Hermanos de los relegados al olvido

 





Para el día de hoy (16/04/21):

Evangelio según San Juan 6, 1-15



Es imprescindible situarse en las regiones por donde Jesús predicaba: allí hay una multiplicidad de señales que hoy mismo nos están dirigiendo la mirada hacia lugares y situaciones impensadas. Así podemos advertir que Jesús cruza el mar de Galilea también llamado Tiberiades, sitio mixto de judíos y paganos, región de ortodoxia sospechosa, de donde nada bueno puede esperarse igual que en la Nazareth de sus orígenes. Lo bueno y lo santo pueden y deben acontecer en lugares extraños, allí mismo en donde nada nuevo puede esperarse.


Hay una multitud que lo sigue, probablemente movida más por su fama de sanador, por los signos fantásticos que realiza antes que por el Reino que anuncia. Sin embargo esto no es motivo de reprobación o rechazo, nadie ha de perderse, todos son invitados a la mesa grande del Dios de la Vida y por ello mismo, los panes que sobreabundan -esos doce canastos- se guardarán concienzudamente para los que aún no han llegado.


Jesús de Nazareth tiene una mirada profunda y compasiva que sabe descubrir la necesidad del otro aún cuando no se le reclame, sin que se le ruegue, advirtiendo que hay cinco mil hombres pero también hay mujeres y niños hambrientos a los que pocos tienen en cuenta. Los pobres suelen molestar y los excluidos se tornan invisibles en estas realidades tan dolorosas por las que atravesamos, y es menester volverse -convertirse- al Reino al cual estamos invitados, un ámbito amplísimo en donde todos podemos sentarnos fraternalmente en paz a compartir el pan, a compartir a Dios.


La respuesta de Felipe a la magnitud de la tarea está revestida de lógica y teñida de la más exacta razón: es la clásica actitud de esa mentalidad de éxitos y fracasos, porque se apoya netamente en la razón antes que en el co-razón. Aún así, hay que atreverse a más, y la respuesta proviene de la humildad innominada de un muchachito que se anima a compartir dos pescaditos y unos panes de cebada -almuerzo de pobre-. Sólo allí, desde la confianza en ese Jesús hermano y servidor y a partir de la solidaridad podrán acontecer los milagros, y esa compasión también se nos vuelve milagrosa.


Se acercaba la fiesta de la Pascua judía, memorial del paso liberador del Dios del Israel en éxodo de toda esclavitud. El Maestro vuelve a decirnos que todo puede cambiar, que los milagros son cotidianos, desprovistos de toda espectacularidad, y que es necesario que hagamos nuevamente nuestro éxodo para celebrar en plenitud la Pascua.

Éxodo de toda injusticia, renegando a cada instante de egoísmos, valientes a la hora de partir el pan. compasivos con el hambriento, hermanos de los que están relegados al olvido.


Paz y Bien


Salvación es unirse inseparablemente a Alguien

 




Para el día de hoy (15/04/21):

Evangelio según San Juan 3, 31-36



La Pascua es la fiesta del amor mayor, de ese amor incondicional de Dios para con toda la humanidad, y es también celebración de la libertad.


Celebramos la libertad absoluta con la que Jesús de Nazareth nos ama hasta el extremo de morir por nosotros, ese amor hasta el fin, ese quedarse para siempre entre nosotros aún cuando todo diga que ha partido. Allí también se enraiza nuestra existencia.


Porque Dios nos ofrece Salvación y liberación sin imposición, incondicionalmente, bendición total a pesar de todo lo que somos, a favor de todo lo que podemos llegar a ser.

La premisa es sencilla, pero no por ello menos profunda: significa unirse cordialmente -desde las profundidades de nuestro ser- a la ofrenda de ese Jesús hermano nuestro y Señor.


Salvación es unirse inseparablemente a Alguien, aceptar salir a su sol, renegar de toda tiniebla, encaminarse decididamente a una vida plena a la que nos invita más no se nos obliga.

Dios es un Padre que nos ama y nos cuida y no quiere que ninguno de sus hijas e hijos se pierda, que no amenaza con castigos sino que nos quiere y seguirá queriendo siempre.


Paz y Bien

La Salvación es don amoroso de nuestro Dios

 






Para el día de hoy (14/04/21):  

Evangelio según San Juan 3, 16-21


La inmensa y asombrosa revelación que Jesús de Nazareth brinda es que Dios -contrariamente a los postulados usuales de todas las religiones, incluidas las cristianas- es un Padre bondadoso y pleno de ternura que ama a sus hijas e hijos con amor entrañable e incondicional. 


Ese amor puede presentarse a nuestros limitados ojos como desmesurado y exorbitante. No se condice todo lo que hacemos y todo lo que omitimos para que Él nos siga queriendo de esa manera.

El Dios de Jesús de Nazareth es un Dios pobre, un Dios absolutamente pobre: se ha despojado de su divinidad para acampar en medio nuestro, en estos arrabales que somos y habitamos, nada se reserva para sí y su gloria mayor es que el hombre viva, y viva en plenitud. Hasta su misma raíz ha entregado para que ninguno se pierda, su propio Hijo sacrificado en mansedumbre para la vida de tantos, a pesar de los horrores de la cruz.


Hay que convenir que, como humanidad -tanto en lo general como en lo individual- no hemos sumado demasiadas bondades. Por el contrario, si imperara una justicia al modo que conocemos, es decir, un derecho retributivo, muy pocos o casi nadie quedaría a salvo de castigos, de penas, de balanzas inclinadas hacia el peor platillo.

Quizás por ello mismo no es aventurado afirmar que la Misericordia sostiene al universo.


Este Dios no es un juez estrictamente imparcial que observa asépticamente las pruebas condenatorias o absolutorias de los sujetos en juicios. Allí en donde solemos discriminar entre buenos y malos, justos e injustos, amigos y enemigos, este Dios sólo encuentra hijas e hijos, y sale a su encuentro, lluvia fecunda de Salvación, bálsamo de perdón, fiesta de liberación.


El poder de Dios radica en su misma esencia, el amor, y nó en esas fotografías trucadas que tanto disfrutamos, que bosquejan un emperador que gobierna gloriosamente los cielos.


La Salvación es don amoroso de este Dios. La condenación, la vida desperdiciada, la des-gracia, es sólo nuestra.


Paz y Bien

No hay fronteras para los que han renacido a la verdad de la Resurrección

 





Para el día de hoy (13/04/21):  

Evangelio según San Juan 3, 5a.7b-15



Nicodemo era un individuo importante dentro de la nobleza laica judía, de gran relevancia en el Sanedrín; es un experto exégeta de formación farisea, pero aún así se ha quedado admirado de las cosas que hace y dice Jesús de Nazareth, y en plena noche se dirige a su encuentro para tratar de entenderlo mejor, y es un síntoma magnífico. Una de las facetas claves de la conversión es dejarse asombrar por ese Maestro galileo.


Sin embargo, tiene Nicodemo varias cosas en contra, que lo detienen y retienen su alma. Por una parte, es un prisionero más del prestigio y las apariencias, y por ello se encuentra con Jesús en la noche, para evitar comentarios descalificatorios entre sus pares sanedritas, que en su gran mayoría repudian y execran al rabbí de Nazareth al punto de buscar con denuedo su muerte. Por la otra, Nicodemo es esclavo de la literalidad en la interpretación de las Escrituras y de las tradiciones de sus mayores -Ley antes que profecía, Sábado antes que el hombre-. Así el esfuerzo por comprender al Reino que inaugura Jesús de Nazareth deviene inútil, aún cuando ponga todo su empeño hermenéutico, su erudición y, porque nó, también su honestidad.

Todo ello no basta, es insuficiente. De allí que tampoco entienda la propuesta de Jesús de un nacer de nuevo.

En su literalidad -que es origen de cualquier fundamentalismo- supone que ello implica volver al vientre materno, y en su caso, casi anciano, se torna más improbable.


Ser del Reino, ser discípulo implica sumergirse totalmente en el misterio, renovar a cada instante el bautismo fundacional de nuestras existencias, hacernos mujeres y hombres del Espíritu. Es un desafío mayor que no admite medias tintas.

Renacer al Espíritu es animarse a la vida plena, eludir con alegría y determinación todo control aceptado o impuesto que cercene los encuentros y la comunión, atreverse a dejarse llevar a cimas interiores insospechadas o a sitios inimaginados, conducidos por la mano bondadosa de Aquel que nos ama y nos cuida, veraces y libres como el viento, el mismo que puede presentirse pero que jamás puede detenerse ni orientarse a distancias mezquinas.


No hay fronteras para los que han renacido a la verdad de la Resurrección.


Paz y Bien

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