Para el día de hoy (17/07/12):
Evangelio según San Mateo 11, 20-24
(Cafarnaúm, Corazín y Betsaida eran ciudades conocidas para Jesús de Nazareth, y a la vez, en ellas era bien conocido. Durante tres años Él las recorrió, enseñando la Buena Noticia, sanando dolencias, llevando alivio a los enfermos, sentándose a comer con los excluidos, bendiciendo con inefable ternura a los más pequeños.
Eran ciudades judías en donde la vida transcurría alrededor de la sinagoga, y el tempo era rigurosamente marcado por los fariseos de la ortodoxia y las leyes de pureza. aún así, y a pesar de todo lo que Él había realizado -pasó haciendo el bien diría Pedro tiempo después-, expresaban abiertamente su rechazo, no se convertían a esa vida nueva que el rabbí nazareno les proponía en cada palabra, en cada gesto, en cada sanación, en su misma compañía.
Y de algún modo, nosotros también creemos conocerlo y somos tenaces en renegar de cualquier conversión, Creemos que por pertenencia o conocimiento doctrinal ya está todo decidido, y en el mejor de los casos la Palabra de Jesús de Nazareth se nos vuelve sólo una costumbre que no cala la corteza de nuestra soberbia y no nos llega a las profundidades de nuestro corazón.
Él está siempre, pero nosotros persistimos en eludirlo. No estamos tan cercano, y nuestra garantía no es la pertenencia religiosa o social, sino el ejercicio pleno de la Misericordia y dejarnos conducir confiados por ese Espíritu que sopla en todas partes, hasta en los lugares más insospechados.)
Paz y Bien
Eran ciudades judías en donde la vida transcurría alrededor de la sinagoga, y el tempo era rigurosamente marcado por los fariseos de la ortodoxia y las leyes de pureza. aún así, y a pesar de todo lo que Él había realizado -pasó haciendo el bien diría Pedro tiempo después-, expresaban abiertamente su rechazo, no se convertían a esa vida nueva que el rabbí nazareno les proponía en cada palabra, en cada gesto, en cada sanación, en su misma compañía.
Y de algún modo, nosotros también creemos conocerlo y somos tenaces en renegar de cualquier conversión, Creemos que por pertenencia o conocimiento doctrinal ya está todo decidido, y en el mejor de los casos la Palabra de Jesús de Nazareth se nos vuelve sólo una costumbre que no cala la corteza de nuestra soberbia y no nos llega a las profundidades de nuestro corazón.
Él está siempre, pero nosotros persistimos en eludirlo. No estamos tan cercano, y nuestra garantía no es la pertenencia religiosa o social, sino el ejercicio pleno de la Misericordia y dejarnos conducir confiados por ese Espíritu que sopla en todas partes, hasta en los lugares más insospechados.)
Paz y Bien
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