Para el día de hoy (06/07/12):
Evangelio según San Mateo 9, 9-13
(Las mesas de Jesús de Nazareth siempre han estado cargadas de asombro y escándalo.
Asombro por la amplitud constante, por la fiesta perpetua, porque en sus mesas se celebra la vida, se reunen todos en fraternidad a partir de la diaconía o servicio que nos hace reconocernos como hijas e hijos del mismo Padre.
Escándalo porque Él invita abiertamente a su mesa a aquellos a quienes nadie invitaría, a réprobos, a despreciables/despreciados, a los heterodoxos de cualquier doctrina, a los inexactos del culto, a los que nadie tiene en cuenta.
Es el mensaje de su Padre, en donde todo se decide por la generosidad y la Misericordia, el sueño eterno de que todas sus hijas e hijos se pongan de pié y caminen y dejen atrás vidas estériles, vidas opresoras y oprimidas, vidas malgastadas, al igual que Mateo, que deja atrás su mesa de cobro de tributos, su tabla de explotación de los más pobre a favor de los poderosos para ir tras el Maestro, peregrino de felicidad y plenitud. Porque la vocación cristiana es ante todo eso mismo, un llamado a ser felices.
Nuestras mesas no suelen ser como las mesas de Jesús de Nazareth. Nuestras mesas no son suyas. Aún dejamos fuera a muchos por diversos motivos, aún buscamos a los religiosamente correctos, a los piadosamente impecables, aún faltan llegar a compartir el pan que no se agota a tantos, esos tales que tienen las preferencias de su corazón sagrado, de sus entrañas misericordiosas)
Paz y Bien
Asombro por la amplitud constante, por la fiesta perpetua, porque en sus mesas se celebra la vida, se reunen todos en fraternidad a partir de la diaconía o servicio que nos hace reconocernos como hijas e hijos del mismo Padre.
Escándalo porque Él invita abiertamente a su mesa a aquellos a quienes nadie invitaría, a réprobos, a despreciables/despreciados, a los heterodoxos de cualquier doctrina, a los inexactos del culto, a los que nadie tiene en cuenta.
Es el mensaje de su Padre, en donde todo se decide por la generosidad y la Misericordia, el sueño eterno de que todas sus hijas e hijos se pongan de pié y caminen y dejen atrás vidas estériles, vidas opresoras y oprimidas, vidas malgastadas, al igual que Mateo, que deja atrás su mesa de cobro de tributos, su tabla de explotación de los más pobre a favor de los poderosos para ir tras el Maestro, peregrino de felicidad y plenitud. Porque la vocación cristiana es ante todo eso mismo, un llamado a ser felices.
Nuestras mesas no suelen ser como las mesas de Jesús de Nazareth. Nuestras mesas no son suyas. Aún dejamos fuera a muchos por diversos motivos, aún buscamos a los religiosamente correctos, a los piadosamente impecables, aún faltan llegar a compartir el pan que no se agota a tantos, esos tales que tienen las preferencias de su corazón sagrado, de sus entrañas misericordiosas)
Paz y Bien
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