Para el día de hoy (26/07/12):
Evangelio según San Mateo 13, 10-17
(Jesús enseñaba las verdades del Reino de Abbá su Padre de una manera distinta y novedosa, que asombraba a todo aquel que lo escuchaba.
Los doctores y fariseos no ocultaban su furia: ese galileo iletrado de tonada campesina se atrevía a hablar al pueblo de cosas de Dios por fuera de su propia autoridad.
Los discípulos querían entender el porqué de ese modo de enseñanza tan especial, en parábolas.
Las gentes se alegraban: aún cuando a menudo no comprendían, Él les hablaba en un idioma que -por fin- les era propio. Dialogaba con los más humildes desde la cotidianeidad en una profundidad en la que todos podían sumergirse.
Sin embargo y con todo, la comprensión a menudo se vuelve difícil.
La enseñanza de Jesús vá más allá de la razón, por eso la clave de toda parábola está en el co-razón. Allí está escondido y palpitante nuestro origen primero, eso que dice que todos somos imagen del Dios de la Vida.
Las parábolas nos impulsan a volvernos alma adentro, en la certeza que allí nos encontraremos con ese Dios infinitamente paciente, que ansía nuestra felicidad, que nos quiere a todos hijas e hijos.
Porque la Salvación se prodiga a todos, sin excepción, y hay que animarse a la alegría)
Paz y Bien
Los doctores y fariseos no ocultaban su furia: ese galileo iletrado de tonada campesina se atrevía a hablar al pueblo de cosas de Dios por fuera de su propia autoridad.
Los discípulos querían entender el porqué de ese modo de enseñanza tan especial, en parábolas.
Las gentes se alegraban: aún cuando a menudo no comprendían, Él les hablaba en un idioma que -por fin- les era propio. Dialogaba con los más humildes desde la cotidianeidad en una profundidad en la que todos podían sumergirse.
Sin embargo y con todo, la comprensión a menudo se vuelve difícil.
La enseñanza de Jesús vá más allá de la razón, por eso la clave de toda parábola está en el co-razón. Allí está escondido y palpitante nuestro origen primero, eso que dice que todos somos imagen del Dios de la Vida.
Las parábolas nos impulsan a volvernos alma adentro, en la certeza que allí nos encontraremos con ese Dios infinitamente paciente, que ansía nuestra felicidad, que nos quiere a todos hijas e hijos.
Porque la Salvación se prodiga a todos, sin excepción, y hay que animarse a la alegría)
Paz y Bien
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