Cristo, vida ofrecida por nuestra liberación












Para el día de hoy (22/05/18): 

Evangelio según San Marcos 9, 30-37








El Evangelista nos presenta un tramo del ministerio de Jesús de Nazareth por Galilea: su caminar es casi clandestino de tan confidencial. La tentación del éxito, de la honra y del poder acosa tan intensamente, que a veces es mejor cambiar de vereda más no de destino.

Junto al Maestro van los discípulos, y aunque hay una cercanía física, la distancia entre ellos es enorme. Así resalta la soledad de Cristo frente a la incomprensión de los discípulos, y que ello sucede mientras caminan destaca la referencia total hacia el anuncio de la Buena Noticia.

En esos hombres prevalecen estrategias mundanas de valores planos, sin altura ni trascendencia, y casi beben de antemano las mieles de las conquistas, de un Mesías glorioso y coronado. Siguen esclavos de una Ley tergiversada, la de los reglamentos, la de las recompensas y castigos, opuesta a la dinámica santa de la Gracia.

Grandes errores que persisten, pétreos, escarificados.
La parodia religiosa de suponer la vida cristiana como alternativa a este mundo. No y no, nada de eso. Se trata de ser sal y ser luz para que todo cambie de raíz, para dé gusto vivir la vida, para que florezca la justicia, para construir la paz. Para que el Reino venga y sea.

Las prebendas, los rótulos, las justificaciones de las atrocidades, el sometimiento del hermano, el poder por el poder mismo, un poder que se expresa desde el gesto pequeño y se extiende a los dominios imperiales.

Los códigos, las normas y las jerarquías por sobre todo, como cenit de precarios corazones.

Pero los caminos de Dios no son nuestros caminos. Nuestros grandes errores siguen replicándose.

Se pagaba un rescate para liberar a un esclavo, se paga un rescate extorsivo para liberar a un cautivo.
Cristo paga con su vida ofrecida nuestra liberación, para que vivamos la libertad de las hijas y los hijos de Dios. Es el escandaloso anonadamiento del Dios encarnado, un Dios que nada se reserva para sí, que se entrega absolutamente, el amor entendido como donacion total e incondicional.

Desde estas mínimas existencias que portamos, todo debe y puede ser distinto. La Buena Noticia de que hemos sido invitados a edificar el Reino como jornaleros felices, en santa urdimbre de cielo y tierra, ejerciendo el más bondadoso de los poderes, la solidaridad y la compasión. Porque en la ilógica del Reino, el poder -el auténtico poder- es el servicio, y el servicio a los pequeños, a los niños y a los que son como niños.

La verdadera liberación es el paso de la servidumbre de todas las conveniencias al servicio, tierra prometida del amor de Dios.

Paz y Bien

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