Para el día de hoy (04/05/12):
Evangelio según San Juan 14, 1-6
(A partir de la Palabra para el día de hoy, se podrían realizar profusas reflexiones teológicas y enriquecedoras exégesis, lo cual -es claro- no está mal.
Pero por un momento, detengámonos en la escena que nos plantea el Evangelista Juan: es un hombre joven que sabe que vá a morir muy pronto, que conoce el daño espantoso que producirá el miedo, que luego de su partida a sus amigos los perseguirán, los acosarán con represión, con descalificaciones, con exclusiones y excomuniones. Y sabe bien que aún después de tanto enseñarles y de tantos senderos compartidos, aún no terminan de comprenderlo.
Lo que está por suceder es inmensamente doloroso y golpea con su tristeza en ciernes, y eso es lo que angustia al rabbí nazareno, que no quiere que se pierda ni se extravíe ninguno de los suyos.
La respuesta a esa inquietud profunda que brinda Jesús de Nazareth transluce la infinita compasión de su Padre, un Dios increíblemente resplandeciente en lo humano, un Dios entrañablemente cercano a nuestra finitud y a nuestras miserias.
Nadie debe perderse, nadie.
Esas habitaciones de su casa son reflejo de su corazón infinito y signo de aquello que llamamos Iglesia: un recinto amplísimo con lugar para todos, en donde se respire fraternidad, misericordia, mansedumbre y paz, todas semillas certeras y eficaces de la alegría que no perece)
Paz y Bien
1 comentarios:
Nadie debe perderse, nadie.Gracias por su reflexón.
Publicar un comentario