Para el día de hoy (12/05/12):
Evangelio según San Juan 15, 18-21
(Las connotaciones del término mundano, por lo general, suelen ser negativas y hasta peyorativas.
Así suele llamarse mundano a aquel comportamiento banal e intrascendente, que prioriza conductas intrascendentes, de imagen, de pertenencia a determinadas modas o costumbres pasajeras. A este término suele asociarse también todo lo relacionado con el materialismo y el consumismo que se instauran como ideales desde los medios de comunicación, en donde el hedonismo exalta el culto al yo y al propio cuerpo, la negación del otro y de la dimensión espiritual humana.
En esta mundanidad, la Buena Noticia es ajena por lo opuesta, pues importa el otro antes que el yo, porque cuenta lo que trasciende y permanece, porque el tú se plenifica en el nosotros desde un Dios al que reconocemos Padre cercano.
Sin embargo, hay niveles de mayor profundidad y significación en esto que conocemos por mundo, y es lo relacionado con el poder instituido, un poder que debe ser interpretado más allá de la temporalidad de ciertos gobiernos.
Es el mundo del poder, del egoísmo institucionalizado, de la justificación de los medios en pro de los fines, el mundo de la violencia racionalizada y aceptada, el mundo que rechaza lo distinto, el mundo para unos pocos que excreta como residuos a tantos.
Este es el mundo para el que la Buena Noticia es peligrosa y es un odiable enemigo, porque aunque nos cueste aceptarlo el amor es santamente subversivo y una amenaza a suprimirse.
Este mundo brinda certezas indubitables: así como ha rechazado y odiado a Jesús de Nazareth, lo ha excluido de la vida social, religiosa y comunitaria, lo ha perseguido, insultado, y buscó por todos los medios hasta lograrlo silenciarlo y suprimirlo con brutal eficiencia. Y es un mundo que necesariamente ha de perseguir del mismo modo a sus amigos, a los que siguen sus pasos, a los que creen que otro mundo y otra vida es posible.
Más aún, cuando sus amigos -esto que lamamos Iglesia- no es perseguida, hemos de pensar seriamente en que en algo se está fallando, en que el compromiso es mediocre, en que nos hemos encerrado en los templos por comodidad o temor.
Todo se resuelve y decide en la fidelidad.
En nuestra fidelidad a las enseñanzas del Maestro, en la fidelidad en hacer presente el Reino, y en la fidelidad perenne que ese Dios que nunca nos abandona, un Dios que se ha inclinado para siempre hacia lo humano, un Dios que nunca se resignará)
Paz y Bien
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