Para el día de hoy (22/05/12):
Evangelio según San Juan 17, 1-11
(Hay momentos en los que es imprescindible despojarse de esas ansiedades de comprensión racional que naturalmente nos asaltan. Ésa es la manera de que la Palabra de Vida que es Palabra Viva nos hable y podamos escucharla desde las honduras del corazón, en nuestras profundidades.
Siempre estamos volviendo al Sembrador: cuanto más cuidada sea la semilla y la tierra en donde germine, mejor será la cosecha. Y todos nosotros somos tierra caminante.
Cuando alguien que amamos se vá, nos quedan soldadas al alma las últimas palabras que nos ha dicho, que ha sido lo que nos dijo antes de partir.
En el Evangelio para el día de hoy nos encontramos con las palabras de un hombre que está a punto de morir, un hombre decidido en ser fiel hasta el final, un hombre que se preocupa por los suyos, por sus amigos, por los que ama a pesar de que en su horizonte inmediato sólo pueda atisbarse horror, desprecio y soledad.
Ese hombre, Jesús de Nazareth, glorifica a Dios -un Dios que nos revela como Padre- actuando y correspondiendo a su misma esencia, es decir, amando hasta las últimas consecuencias.
Y suplica que los suyos también sean signo cierto de la gloria de Dios; por ello quizás no glorificamos tanto a Dios en templos inmensos sino más bien en cada mujer y en cada hombre en los que podemos atisbar la eternidad de Dios en la imagen y en la semejanza de todos, sin excepción.
Desde nuestras profundidades, glorificamos a Dios amando y siendo fieles a la Palabra de bondad, de justicia y de Misericordia en el culto primero del socorro al hermano caído, al prójimo crucificado)
Paz y Bien
0 comentarios:
Publicar un comentario