Para el día de hoy (30/05/12):
Evangelio según San Marcos 10, 32-45
(Los discípulos estaban asombrados y atemorizados por lo que acababan de escuchar: no aceptaban la Pasión que el Maestro les preanunciaba, porque aún no entendían la ilógica del Reino y la nueva identidad de la Gracia. Tampoco entraba en sus esquemas un Mesías pobre y aparentemente derrotado, que no se impusiera victoriosamente a sus enemigos.
De esa misma índole es la postura de los Zebedeos, Santiago y Juan: ciegos y sordos a las enseñanzas de Jesús de Nazareth, discuten de modo virulento por espacios de poder y privilegios, renombres y jerarquías.
Es esa espiritualidad del éxito -teología de la gloria- que desdeña el servicio y la cruz, es la religiosidad de las prebendas que supone un dios al que puede manipularse por la acumulación de actos piadosos prefijados, un dios que pretende una pirámide aristocrática en donde la fraternidad no tiene lugar.
Pero ese no es el Dios Abbá de Jesús de Nazareth.
Él asume para sí mismo y para los suyos la diaconía, es decir, el servicio en la comunidad desde el último de los lugares, lugares fácilmente reconocidos por los poderosos como propios de los esclavos o de los ínfimos, los que no cuentan.
Esa diaconía implica despojarse de todo interés personal y encarnar en la propia existencia la vida y la plenitud del otro como horizonte personal, y más aún: tiene el significado trascendental de llamar a la mesa inmensa del Reino a los últimos, a los olvidados, a los excluidos y cederles esos lugares que consideramos como propios por pertenencia, nacimiento o cualquier tipo de méritos.
Vivir la Buena Noticia no es tanto la adhesión a una doctrina ni el puntilloso y exacto cumplimiento de preceptos, sino amar al prójimo desde la infinita perspectiva de la cruz y del servicio, único camino que nos hace plenamente humanos como el más humano de todos, Jesús de Nazareth)
Paz y Bien
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