Para el día de hoy (27/06/19):
Evangelio según San Mateo 7, 21-29
Si un distingo fundamental tiene la enseñanza de Jesús de Nazareth es que no se asemeja a las doctrinas usuales, a los arcanos que se comunican solamente a los iniciados. El Maestro siempre está llamando, encendiendo corazones apagados, despertando las conciencias adormecidas, impulsando a la acción, adviertiendo acerca de los riesgos.
No hay posibilidad de medias tintas. Se cambia o se perece. Él sabía que sobreabundan seguidores de arena, adeptos de pies vanos que se han quedado en la pura exterioridad, la grandilocuencia de hablar mucho sin decir nada, la declamación pomposa sin conversión, el fingir piedad quedándose en gestos vacíos de amor, erudición sin sabiduría, religiosidad sin Dios.
Seguidores de arena que ante las tormentas que seguramente han de hacerse presentes, se derrumban y caen con el peso inexorable de la verdad, de un Dios que han alejado de sus existencias, de una Palabra que no es Verbo sino voces vacuas.
En cambio, el Maestro llama la atención hacia sus discípulos. Sabe que aunque débiles, volátiles y quebradizos, con buenos cimientos permanecerán firmes, y ante las tormentas no vacilarán jamás. Para ello no se requieren portentos ni espectáculos descollantes, gestos grandilocuentes o magnas hipocresías para consumo de la galería. Nada de eso, y sin dudas la postura es mucho más veraz en tanto que humilde, que permite a Dios ser Él mismo en la existencia.
Quien edifica sobre la roca eterna de Cristo jamás será derribado, y permanecerá humildemente firme, discípulos rocosos en alegre esperanza.
Paz y Bien
No hay posibilidad de medias tintas. Se cambia o se perece. Él sabía que sobreabundan seguidores de arena, adeptos de pies vanos que se han quedado en la pura exterioridad, la grandilocuencia de hablar mucho sin decir nada, la declamación pomposa sin conversión, el fingir piedad quedándose en gestos vacíos de amor, erudición sin sabiduría, religiosidad sin Dios.
Seguidores de arena que ante las tormentas que seguramente han de hacerse presentes, se derrumban y caen con el peso inexorable de la verdad, de un Dios que han alejado de sus existencias, de una Palabra que no es Verbo sino voces vacuas.
En cambio, el Maestro llama la atención hacia sus discípulos. Sabe que aunque débiles, volátiles y quebradizos, con buenos cimientos permanecerán firmes, y ante las tormentas no vacilarán jamás. Para ello no se requieren portentos ni espectáculos descollantes, gestos grandilocuentes o magnas hipocresías para consumo de la galería. Nada de eso, y sin dudas la postura es mucho más veraz en tanto que humilde, que permite a Dios ser Él mismo en la existencia.
Quien edifica sobre la roca eterna de Cristo jamás será derribado, y permanecerá humildemente firme, discípulos rocosos en alegre esperanza.
Paz y Bien
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