La comunidad cristiana, testigos del Cristo vivo y presente














Para el día de hoy (27/05/19):  

Evangelio según San Juan 15, 26-16, 4






En la Última cena, el Maestro prepara a los suyos pues Él está a punto de morir, a punto de irse. Sin embargo, su partida significará también que Él permanecerá plenamente junto a ellos, para siempre, y es también enseñanza para todos los discípulos a través de toda la historia. 
Vivir la fé, vivir la Buena Noticia sin la presencia física del Maestro sólo será posible por su propio Espíritu defensor -Parakletos, paráclito- que Él les envía, Espíritu Santo que es Dios mismo inhabitando los corazones de los fieles.

El Espíritu del Resucitado encenderá en las honduras de los creyentes la vida misma de Cristo: es el Espíritu que allana y sostiene la fé.
Y serán los discípulos quienes darán testimonio en el mundo de la verdad de Cristo.

Ser testigo es confesar y proclamar con la totalidad de la existencia la verdad, aún cuando ello pueda acarrear consecuencias terribles. 
Ser testigo no es tanto declamar la adhesión o el conocimiento de una idea, sino más bien y ante todo testificar acerca de una persona, Jesús de Nazareth, de su paso salvador, de su Resurrección.

Ese Espíritu defensor sostendrá a los testigos frente a los crueles embates de las persecuciones, frente al acoso del miedo, frente a la oscuridad de cualquier odio. En sintonía demoledoramente triste, la persecución alcanzará niveles casi intolerables de parte de aquellos que harán daño en nombre de Dios, como si Dios necesitara defensores. Como si Dios necesitara algo.

Ese Espíritu defensor los purificará en la verdad que portan como bandera y antorcha humilde. Pero también los defenderá de cualquier ánimo desertor, de mediocridades, de tibiezas circundantes.

Estamos siempre hablando en plural, pues la comunidad cristiana es la que dá testimonio de ese Cristo vivo y presente en ellos.
Y más todavía: cuando las persecuciones a causa de esa fidelidad están ausentes -sinuosas aguas calmas- hay que comenzar a preocuparse. No se trata de ansiar la muerte y los sufrimientos.

Se trata siempre de permanecer fieles.

Paz y Bien


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