Para el día de hoy (20/02/13):
Evangelio según San Lucas 11, 29-32
(La exigencia de un signo/señal responde a ciertas posturas que poco o nada tienen que ver con la Buena Noticia.
Por un lado, es esa espiritualidad del éxito y el facilismo, que condiciona creencias a la obtención de determinados sucesos milagreros y acciones espectaculares, demostraciones y evidencias a las que se subordina, indefectiblemente, cualquier posibilidad de fé. Es claro que esa fé es solamente una adhesión a un sistema de creencias.
Por otro lado y en paralelo muy cercano a la postura anterior, está esa pretensión de que Dios algo nos debe, y que podemos manipularlo siempre y cuando cumplamos con pautas piadosas preestablecidas, un Dios condicionable, un Dios acorde a las imágenes e ideas que nos hacemos de Él.
La respuesta a esto por el Maestro es durísima. Llama a quienes sostienen estas posturas generación perversa, y se trata ante todo de la negación constante y flagrante de cualquier tipo de conversión..
Quizás de un modo muy elemental, podríamos ejemplificarlo con alguien que pretende saborear un plato determinado solamente a partir de la lectura exacta del menú.
A nosotros debería bastarnos una sola señal, que es la expresión definitiva del amor que Dios nos tiene, y es la Pasion de Jesucristo, la vida que -con todo y a pesar de todo- vence a la muerte, el fin de la resignación, el ocaso de los imposibles.
La fé acontece no desde los milagros, que son indicadores que nos referencian la mirada, sino a partir del encuentro profundamente personal con Jesús de Nazareth, que nos transforma la existencia, y ésa precisamente es la conversión que tenemos pendiente.
A menudo en los sitios más insospechados, y desde aquellos en donde nada esperamos -los ninivitas, la reina de Saba, los vecinos invisibles, los pobres que ignoramos- sucede el maravilloso hecho de la esperanza a partir del ansia de una vida plena, convergiendo hacia el prójimo)
Paz y Bien
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