De higienes, razones y corazones

Para el día de hoy (12/02/13):  
Evangelio según San Marcos 7, 1-13

(Una mirada superficial y anacrónica argumentaría con toda probabilidad que estamos frente a un hecho en donde se resuelve, ante todo, una cuestión elemental de higiene, algo tan básico como lavarse las manos antes de comer.

En realidad, lo que está en juego es completamente distinto, y tiene un profundo significado.

Desde que siguieron los pasos del Maestro, los discípulos fueron dejando de lado de manera gradual ciertas normas y costumbres impuestas y férreamente arraigadas, que sólo respondían a una sola razón, la de la piedad sin justicia, el culto sin corazón, la deificación de la norma por la norma misma. Así entonces los discípulos le restaban importancia al lavado de sus manos no tanto por una cuestión de higiene personal, sino como rito obligado de purificación ritual, exigible para todos los varones de Israel antes de ingerir alimentos.
La observancia de estas normas llegaba a extremos tales que los supervisores de control -escribas y fariseos, todos religiosos profesionales- se llegan desde la capital Jerusalem hasta la Galilea del ministerio de Jesús y sus amigos con el fin de fiscalizar este cumpliento.

La denuncia profética que Jesús de Nazareth hace de esta actitud de los que critican con fervor es clara y definitoria. Ellos han quedado atrapados en un inflexible código moral que les impide el éxodo, es decir, la conversión. Ellos no se atreven a dar un paso que no esté previamente codificado y normatizado.

Ellos mantienen una postura diametralmente opuesta al Reino que inaugura ese Cristo de la mesa compartida, pues entienden que deben cumplir con numerosos y específicos rituales con el fin de purificar sus almas y acceder a la bendición divina, una bendición que se puede adquirir de acuerdo a la tabulación virtuosa que ellos mismos han instaurado.


Pero es un tiempo nuevo y asombroso, el tiempo de la Gracia, y todo se decide en lo que Dios hace en nosotros y por nosotros, sin condiciones previas y a pura bondad y no por las cosas que creemos hacer en su nombre.
Se trata de permitir que Él nos vaya moldeando y purificando)

Paz y Bien

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