Evangelio según San Mateo 25, 31-46
(La Palabra para el día de hoy es escatológica, y se refiere a los tiempos definitivos, a la consumación de la historia con el regreso de Cristo, y la absoluta trascendencia de ese Dios que realiza el juicio de la humanidad: ese Dios trascendente es el Totalmente Otro.
Sin embargo, es un texto asombrosamente secular.
No se habla de dogma, de codificaciones morales, de principios cristológicos, de culto específico. Ese Dios trascendente ha descendido de esas alturas inalcanzables y se funde e invisibiliza en la historia, en los que sufren, en los marginados, en los que no cuentan.
A contramano de ese mundo que provoca esas heridas en tantos dolientes, surge la caridad como alternativa de conducta, mano que auxilia al caído, bálsamo que sana al lesionado.
Pero ello no basta.
Lo que cambia la historia y define a las hijas e hijos de Dios que actúan por el impulso de su Espíritu desde la comunidad -la Iglesia- es la compasión, asumir y compartir el sufrimiento del otro como propio y más aún, beber ese cáliz amargo para que pueda transformarse en vino bueno de justicia.
Las obras de misericordia nos santifican y nos hacen trascender cuando, además del alivio, se busca con pasión erradicar también las causas de tanto sufrimiento. Porque en los pequeños, en los que paceden, en los olvidados, allí se encuentra nuestro Dios y en ellos le rendimos culto, templos vivos y latientes del Dios de la vida.
La eternidad se entreteje y define en el aquí y ahora de un Cristo que, a pesar del espanto de la cruz, permanece fiel y derrota a la muerte)
Paz y Bien
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