Para el día de hoy (13/08/12):
Evangelio según San Mateo 17, 22-27
(Ante el anuncio de su Pasión y Resurrección, los discípulos se agobian de pesar y no es una situación nueva, una reacción extemporánea.
Pedro -representando a todos los demás- ya ha actuado de forma virulenta y reprensiva porque es incapaz de aceptar a un Mesías doliente. Su mente está prisionera por la lógica del éxito y el fracaso y su corazón no se libera de esa espiritualidad de la gloria.
Esta vez es la tristeza la que se asoma, pues ellos se resignan a lo que entienden fatalmente ineludible.
Aún no quieren aceptar la entrega total y desinteresada que Jesús de Nazareth hace de su ser, una vida hecha ofrenda de Salvación en una cruz que es horror pero también amor mayor. Porque el Maestro interpreta toda la historia humana en clave de Resurrección, señal cierta de que la vida prevalece, sueño eterno de Dios.
La Resurrección de Cristo es el cúlmine de la historia humana, y a ella todo se refiere, y de ella todo depende.
Por ello mismo, los hechos del tributo que el Evangelista relata a continuación.
En la brava historia de Israel, y luego del regreso del exilio, se había establecido el pago de un impuesto doble destinado a sostener al culto y a los sacerdotes del Templo de Jerusalem, condición imprescindible para su identidad nacional. El negarse al pago de ese tributo implicaba una transgresión difícil de aceptar.
Jesús de Nazareth no es un transgresor más: es El transgresor, pero a causa del Reino.No es un agitador estéril ni un provocador sin motivo, por ello no se niega al pago de esos dracmas tradicionales; sabe que el escándalo sin motivo sólo trae más confusión y no arroja luz.
El milagro del pez con la dracma en su boca es simbólico: el pago de nuestra Salvación ha sido cumplido con creces y para siempre, y los signos están allí mismo, en nuestra cotidianeidad, en lo que conocemos. Hay que saber buscar.)
Paz y Bien
Pedro -representando a todos los demás- ya ha actuado de forma virulenta y reprensiva porque es incapaz de aceptar a un Mesías doliente. Su mente está prisionera por la lógica del éxito y el fracaso y su corazón no se libera de esa espiritualidad de la gloria.
Esta vez es la tristeza la que se asoma, pues ellos se resignan a lo que entienden fatalmente ineludible.
Aún no quieren aceptar la entrega total y desinteresada que Jesús de Nazareth hace de su ser, una vida hecha ofrenda de Salvación en una cruz que es horror pero también amor mayor. Porque el Maestro interpreta toda la historia humana en clave de Resurrección, señal cierta de que la vida prevalece, sueño eterno de Dios.
La Resurrección de Cristo es el cúlmine de la historia humana, y a ella todo se refiere, y de ella todo depende.
Por ello mismo, los hechos del tributo que el Evangelista relata a continuación.
En la brava historia de Israel, y luego del regreso del exilio, se había establecido el pago de un impuesto doble destinado a sostener al culto y a los sacerdotes del Templo de Jerusalem, condición imprescindible para su identidad nacional. El negarse al pago de ese tributo implicaba una transgresión difícil de aceptar.
Jesús de Nazareth no es un transgresor más: es El transgresor, pero a causa del Reino.No es un agitador estéril ni un provocador sin motivo, por ello no se niega al pago de esos dracmas tradicionales; sabe que el escándalo sin motivo sólo trae más confusión y no arroja luz.
El milagro del pez con la dracma en su boca es simbólico: el pago de nuestra Salvación ha sido cumplido con creces y para siempre, y los signos están allí mismo, en nuestra cotidianeidad, en lo que conocemos. Hay que saber buscar.)
Paz y Bien
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