Para el día de hoy (27/08/12):
Evangelio según San Mateo 23, 13-22
(La Palabra de Dios es Palabra de Vida y Palabra Viva: desde este principio espiritual, afirmamos que aquello que nos expresan las escrituras no queda condicionado a una época determinada o a circunstancias específicas. Es claro que cuanto más ahondemos en los contextos, más podremos enriquecernos, pero lo verdaderamente determinante es que Dios nos habla hoy.
De esta manera, Jesús de Nazareth vuelve a despertarnos mente y corazón en este preciso instante, en nuestra cotidianeidad, en esto que somos, en nuestro aquí y ahora.
Quizás se nos ha perdido de vista lo sagrado que está tejido en la historia, la asombrosa afirmación de eternidad que implica Dios con nosotros, y por ello hacemos lo que hacemos y omitimos otras tantas cosas, siempre en detrimento del hermano, en confusos océanos de poder que reniegan de la sencillez y la humildad.
En los altares del egoísmo se siguen realizando sacrificios humanos, pues se realiza el holocausto del prójimo.
Así, el anuncio de la mejor de las noticias deviene en declamación que sólo busca adeptos, números que engrosen estadísticas religiosas y no hermanos que se sientan a la mesa grande de la vida.
Así, el Reino es accesible para unos pocos, una élite selecta que ha cumplido con los rigores normativos, y no don y bendición, Gracia y misericordia.
Así la fé es sólo práctica piadosa y prebenda de pertenencia y poder antes que vida plena y solidaria.
Así, los templos se vuelven más importantes que las personas. Pero Cristo es la eterna afirmación de Dios que vive en las honduras de los corazones, y cada mujer y cada hombre es templo vivo y latiente de ese Dios que nunca nos abandona.
Nos debemos nuevos compromisos. Debemos honrar a Aquél que nos ama entrañablemente en cada una de sus hijas, en todos sus hijos, desde la liturgia verdadera que se nutre de la compasión y la misericordia)
Paz y Bien
Evangelio según San Mateo 23, 13-22
(La Palabra de Dios es Palabra de Vida y Palabra Viva: desde este principio espiritual, afirmamos que aquello que nos expresan las escrituras no queda condicionado a una época determinada o a circunstancias específicas. Es claro que cuanto más ahondemos en los contextos, más podremos enriquecernos, pero lo verdaderamente determinante es que Dios nos habla hoy.
De esta manera, Jesús de Nazareth vuelve a despertarnos mente y corazón en este preciso instante, en nuestra cotidianeidad, en esto que somos, en nuestro aquí y ahora.
Quizás se nos ha perdido de vista lo sagrado que está tejido en la historia, la asombrosa afirmación de eternidad que implica Dios con nosotros, y por ello hacemos lo que hacemos y omitimos otras tantas cosas, siempre en detrimento del hermano, en confusos océanos de poder que reniegan de la sencillez y la humildad.
En los altares del egoísmo se siguen realizando sacrificios humanos, pues se realiza el holocausto del prójimo.
Así, el anuncio de la mejor de las noticias deviene en declamación que sólo busca adeptos, números que engrosen estadísticas religiosas y no hermanos que se sientan a la mesa grande de la vida.
Así, el Reino es accesible para unos pocos, una élite selecta que ha cumplido con los rigores normativos, y no don y bendición, Gracia y misericordia.
Así la fé es sólo práctica piadosa y prebenda de pertenencia y poder antes que vida plena y solidaria.
Así, los templos se vuelven más importantes que las personas. Pero Cristo es la eterna afirmación de Dios que vive en las honduras de los corazones, y cada mujer y cada hombre es templo vivo y latiente de ese Dios que nunca nos abandona.
Nos debemos nuevos compromisos. Debemos honrar a Aquél que nos ama entrañablemente en cada una de sus hijas, en todos sus hijos, desde la liturgia verdadera que se nutre de la compasión y la misericordia)
Paz y Bien
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