Para el día de hoy (03/02/12):
Evangelio según San Marcos 6, 14-29
(La mesa de Jesús de Nazareth es la mesa del compartir, del servicio, de la inclusión y la fraternidad. Es la mesa tantas veces mirada con rechazo y reprobación, la mesa imposible en donde se sientan a compartir el pan los despreciados de todo tiempo, los que no cuentan, los considerados impuros e indignos por los sistemas de cada época, la mesa grande de Abbá Padre de Jesús y Padre Nuestro.
Pero hay otras mesas, las de los poderosos, banquetes en donde de derrocha el pan y las vidas de los otros; son esas mesas que tienen mucho de orgías de muerte y nada de ágape, de vidas que se comparten y expanden.
Es innegable que la persona de Jesús atrae, cuestiona, interpela: no es alguien a quien pueda ignorarse. Pero Herodes confiesa la ceguera que suelen portar los que detentan la soberbia, y no logra identificar a este rabbí galileo que tanta fama tiene. Más aún, con un temor supersticioso, cree que es el Bautista a quien él había mandado ejecutar.
La mesa de Jesús es mesa de fraternidad y conversión.
La mesa de Herodes es mesa de poder impune y de perversión; esa bandeja que estaba destinada a llevar el pan que se ha de compartir, se transforma en un signo de horror y muerte, allí llevarán la cabeza del Bautista, el más cabal y fiel de los hombres, el profeta de Dios fiel hasta el fin que no teme el espanto que el poder esgrime ante sus ojos, y que no se calla aunque lo atenace el miedo.
EL Evangelista nos brinda un hecho que no es menor: los discípulos de Juan intervienen sólo para encargarse de sus despojos, y es todo un llamado de atención para todos nosotros, para volvernos servidoras y servidores activos en esas mesas en donde la dignidad se reconoce en plenitud, en donde no se juega la vida de otros a los dados del capricho y el poder, mesas en donde nadie es excluido porque Aquel que invita ha pagado con su propia vida todos los lugares)
Paz y Bien
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