Para el día de hoy (10/02/12):
Evangelio según San Marcos 7, 31-37
(La imposibilidad de oír y escuchar, de mirar y ver y de expresarse eran signos de castigo en los tiempos de la predicación de Jesús de Nazareth. Implicaba esa mentalidad de desalojar la compasión y adjudicarle al que sufre la responsabilidad total del mal que padece por pecados propios o familiares.
Esta postura -que también es una pseudocreencia- no nos es desconocida, y es una actitud ética que tristemente persiste, ese espíritu maligno del por algo será, hay desempleo porque no se busca con decisión un trabajo, hay prostitución y trata de personas porque resulta conveniente para aquellas esclavas de ese terror, hay adicciones porque muchos las disfrutan, hay enfermedades por no cuidarse, hay vidas robadas y desaparecidas por causa de un compromiso político o religioso, sea cual fuere...
Si nos detenemos un momento, en el ayer y en el presente persiste la dolorosa negatividad del egoísmo que reniega de todo esfuerzo comunitario, propiciando un individualismo cruel que separa y castiga.
La multitud no dejaba en paz al Maestro: todos estaban librados a su orfandad, pero se quedaban en la imagen sanadora de Jesús, no más que eso, un profeta milagrero que los aliviaba de sus pesares.
Por ello mismo, cuando le ponen frente a él a este hombre sordomudo, lo lleva a un lugar apartado del gentío, y es toda una declaración silenciosa de principios: la salvación implica romper con la rutina mundana, y quien en verdad no puede oír ni hablar es esa multitud.
El sordomudo es liberado de su dolor, de la imposibilidad de escuchar y del aislacionismo de expresarse: ya libre, no puede contenerse de anunciar la Buena Noticia, todo el bien que Dios ha hecho en él.
No hay modo de silenciar ni de detener la fuerza increíble y maravillosa de la Gracia, de la Buena Noticia.
Todo lo ha hecho bien, siempre pasa por nuestras vidas haciéndonos bien, y es necesario que vuelva a abrirnos la escucha y la palabra para salir de nuestros encierros, para ir al encuentro del que sufre, para hacer el bien y que se reconstruya la vida derrumbada)
Paz y Bien
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