Para el día de hoy (06/02/12):
Evangelio según San Marcos 6, 53-56
(Hechos y palabras son los dos ríos que nos brindan el agua nueva de la Revelación que por pura gratuidad -Gracia!- nos regala Jesús de Nazareth.
La Palabra que nos enseña el rostro paterno y materno de un Dios que es amor entrañable.
Los hechos, las acciones de Jesús que son la expresión cabal de ese Dios que nos ama sin medida ni condiciones.
En esas acciones entrevemos a un Dios que se acerca a las gentes, un Dios que recorre los mismos caminos que la gente, un Dios muy cercano a la cotidianeidad que no se deja encerrar ni por doctrinas religiosas ni por templos de piedra, pues los templos verdaderos en donde se le rinde culto es cada mujer y cada hombre, vidas sagradas que nos redescubre el Maestro.
Un Dios que se pone abiertamente del lado de los que sufren, que está inclinado hacia los excluidos de todo estigma, un Dios cuya justicia es la Misericordia, un Dios que se deja encontrar y tocar.
En esa realidad, Jesús de Nazareth -judío marginal pero judío hasta los huesos- vestía como todos los varones de Israel el tallit katan, manto con flecos especialmente anudados de color púrpura violeta según prescribía la ley de Moisés -Nm 15, 37-40-, y significaban para todo creyente memoria, recuerdo y realidad de los mandamientos de la vida, de la santidad añorada por Dios, ese Dios siempre cercano que nos ha liberado de la esclavitud de Egipto y de todas nuestras prisiones. En ese talante, los enfermos rogaban que les permitieran tocar esos flecos anudados, intuyendo la santidad que imperaba en ese rabbí galileo.
Todos lo que lo hacían quedaban sanados, no tanto por la mecánica del gesto sino más bien porque la cercanía constante de Jesús y nuestras ansias de santidad obran milagros en nuestro aquí y ahora.
Presencia y cercanía de Dios se nos vuelven invitación y misión, movimiento perpetuo de esta comunidad que llamamos Iglesia, y que sale al encuentro de los perdidos, de los que sufren, de los que están librados a la suerte del dolor)
Paz y Bien
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