Para el día de hoy (04/10/09):
Evangelio según San Marcos 10, 2-16
(Hay momentos en que como comunidad, como familia, como Iglesia, pisamos veredas equivocadas.
Así sucede cuando nos aferramos demasiado a la declamación de lo que está prohibido en detrimento de lo bueno y lo necesario, es decir, de hablar desde el proyecto de Dios, el Reino de los Cielos.
Una de esas veredas erróneas, sin duda, es la condena a ultranza del divorcio.
Porque una cosa es la vocación profética de anunciar la Buena Noticia y denunciar lo que se opone al plan de Dios, o sea, lo que se opone a la vida, y otra es erigirse como juez y fiscal de las hijas e hijos de Dios.
Nos dice el Evangelio para el día de hoy que la intención primera de los fariseos que interrogaban a Jesús era la de "ponerlo a prueba"...Esperaban que se pronunciara en contra de sus posturas preestablecidas en torno a las prohibiciones y prebendas respecto del matrimonio.
En sus corazones no había interés alguno por ahondar en la verdad, por llegar a las profundidades; ya todo estaba definido en sus códigos y normas.
Esos códigos y normas eran tan estrictos que no dejaban espacio a Dios...y mucho menos al prójimo.
Y el Maestro es misericordioso. A pesar de las intenciones aviesas de los fariseos, no los elude y se dispone a enseñarles, como siempre está dispuesto a enseñarnos a nosotros más allá de nuestras virtudes, méritos y miserias.
Y sus palabras son un convite de bondad a romper los márgenes de la letra limitada y limitante, para ingresar al designio infinito del Padre para con sus hijas e hijos.
Por eso, en nuestra vocación de seguir los pasos del Señor, quizás debamos volver al sentido primordial -en este caso y en muchos otros... en todos...- y no pensar desde nuestra limitada condición humana, sino más bien desde la ternura de Dios.
Porque lo único indisoluble y eterno es el amor.
Lo que se pierde y tal vez se agote sea el aspecto meramente afectivo y sensorial, que puede ser importante pero no es nuclear.
La dación, la donación, la entrega mutua de la propia vida para que el otro viva nos lleva al deseo original del Altísimo: la unión, el "ser una sola cosa" desde la identidad propia, comenzando desde la individualidad.
Allí ingresamos en el campo del misterio, pues no se trata de la concreción de una masa informe, sino de generar nueva vida desde la compenetración y la complementariedad de almas bien diferenciadas que han decidido unirse desde la renuncia al interés individual.
Desde el yo, priorizar al tú para que crezca el nosotros.
Y el adulterio es precisamente la negación del tú, es la esclerosis de la entrega generosa, es tergiversar el nosotros por el yo y nada más que yo.
Creemos en un Dios uno y trino, en un Dios que es tres personas bien distintas que son una en el Amor infinito y eterno.
Luego del encuentro con los fariseos, las gentes le acercaban niños para que los tocara.
Pero para los discípulos los niños no tenían mayor importancia, y posiblemente habría en juego una cuestión de preeminencia, privilegios y celos, e impedían que se acercaran al Señor.
Jesús se disgustó, y con su Palabra Viva derriba los muros de exclusión que pretendían levantar a su alrededor.
Su presencia es Gracia, es gratis, es afecto y ternura para todos por igual sin distinciones pero con una exquisita preferencia por los más pequeños.
Y vá más profundo todavía: el acceso a su Reino -presencia real y efectiva, nunca utopía- está garantizado sólo para quien tenga alma de niño, que deposita su confianza en su Padre y que carece de ambición y codicia, y que sabe degustar con alegría lo que se le es regalado.
La última imagen lo dice todo: "los abrazaba y los bendecía imponiéndole las manos.
Quiera su Espíritu derribar los muros que levantamos cuando nos detenemos en el yo e impedimos el nosotros, ámbito en donde germina y crece la semilla de la Vida Eterna.
Con un corazón de niño que confía alegremente en su Padre y nada teme)
Paz y Bien
Reflexión
Hace 4 horas.
2 comentarios:
Dificiles respuestas ante la ruptura de amor entre dos personas. Sólo la importancia y prioridad del tú, como bien dices, es fundamental para mantener la esperanza de sosotener el nosotros.
Creo que, como JESÚS, sin dejar clara sus Palabras, nuestra respuesta debe ser amar, amar y amar. Sólo el amor puede encontrar el camino de la reconciliación.
Que el ESPÍRITU nos ilumine para que nuestros corazones sientan los mismos sentimientos que el Corazón de JESÚS. Sólo así nuestra respuesta será la que conviene.
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.
¡Amén, querido hermano! Un gran abrazo. Paz y Bien. Ricardo
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