Para el día de hoy (10/10/09):
Evangelio según San Lucas 11, 27-28
(Jesús pasaba enseñando las cosas del Reino y haciendo el bien.
Pero unas cuantas almas mezquinas -fariseos, escribas, levitas, religiosos profesionales, lacayos imperiales, poderosos de diversa laya- lo calumniaban, trataban de hacerlo tropezar y murmuraban a sus espaldas; allí se conjugaba la soberbia, el odio, el temor a perder el poder, el desconcierto y otros tantos frutos del mal.
Sin embargo, la gente más sencilla -los anawin- se admiraban de sólo escucharlo, se alegraban de tenerlo con ellos y entre ellos, aún cuando a menudo se equivocaban al reconocerlo, aún cuando no podían discernir quién era éste hombre que se decía Hijo de Dios, que hablaba con autoridad y que hacía tantos prodigios...
Así sucedió esa vez, tal como nos relata el Evangelio del día de hoy, con aquella mujer: con una alegría incontenible que nace de un sentimiento profundo, desde las mismas entrañas y sin pensar demasiado, exclamó a voz en cuello:
-¡Feliz el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron!-
Es una imagen que estremece: el Dios hecho hombre reconocido, y el elogio a la Madre que lo gestó y crió, reconocimiento certero de mujer a mujer.
Y el Maestro no escatima elogios a su Madre tampoco; por el contrario, la exalta aún más:
-¡Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan!-
Porque María, Madre suya y Madre nuestra, amada desde siempre por el Padre, no es sólo bendita entre todas por haber llevado en su seno a quien era su Hijo y también su Señor.
María es bendita entre todas y, por lo tanto, proclamada feliz por todas las generaciones porque desde su nada y desde su Sí infinito ha escuchado la Palabra y la ha guardado en su corazón.
María es pura tierra fértil en donde germina la semilla del Reino, y es feliz porque crece en su seno el Salvador y en su corazón vive la Palabra de Vida que es Palabra Viva.
Ella es nuestro signo y signo para todos los tiempos: felices seremos si escuchamos y guardamos la Palabra, haciéndola vida.
Nada más hace falta)
Paz y Bien
Adviento, la invitación a ser sencillos
Hace 6 horas.
2 comentarios:
¡Qué grandeza la de María! ¡Y no por ser madre, sino por saber escuchar la Palabra de DIOS!
Posiblemente nos quedemos perplejos y sorprendidos al comprobar que JESÚS le quita importancia al hecho de que María sera su Madre. Aparentemente eso no reviste tanta importancia por las palabras que se desprenden de JESÚS. ¡Y yo que creía que si!
En nuestro mundo damos mucha importancia a muchas cosas que, siendo importantes, no lo son tanto. Es más importante dar tiempo y lugar a la atenta y profunda escucha de la Palabra de DIOS. Se lo dijo a Marta y ensalsa y valora a su Madre no tanto por poner su seno como morada hacia su venida al mundo, sino por escuchar, hacer suya, guardarla y cumplir la Voluntad del PADRE.
¿Y yo? ¿Guardo esos momentos tan importantes en mi vida para escuchar, meditar y profundizar en la Palabra del SEÑOR?
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.
Esa, Salvador, es la pregunta primordial que debemos hacernos día a día: si escuchamos -no oímos- la Palabra y la guardamos, meditándola en nuestro corazón.
Un abrazo fraterno en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo
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