Para el día de hoy (29/10/09)
Evangelio según San Lucas 13, 31-35
(La predicación de Jesús no se desarrollaba en lugares relativamente tranquilos y sin problemas; antes bien, el clima era de amenazas y peligros francos -recordemos el martirio de Juan el Bautista-.
El poder omnímodo y perverso de Herodes inundaba las calles... Entonces sucede un hecho sorprendente: se le acercan al Maestro unos fariseos -aquellos que habitualmente estaban en su contra, corren a avisarle que debe irse, pues el tirano ya no lo soporta y busca matarlo.
Es claro: el Señor se había vuelto peligroso, pues -debemos entenderlo- el amor es peligroso para los poderosos.
Sin embargo, el Señor no retrocede, y dice las cosas como son, claras y contundentes: no vacila en llamar a Herodes "zorro" y, más aún, le manda a decir al monarca que seguirá expulsando demonios y curando a la gente, y que espera su consumación al tercer día.
No es ingenuo respecto de lo que le espera, ni reniega de su destino, que será similar al de los profetas que precedieron sus pasos y lo anunciaron a través de los siglos: sabe que la corrupción y la muerte lo esperan en Jerusalem.
Pero para cumplir con los designios de su Padre no debe pedir permiso.
Hay que rumiar en silencio profundo esta Palabra del día de hoy, dejar que cale hondo.
La tarea de hacer el bien, de llevar la esperanza a todas las gentes -la tarea del Reino- no requiere autorización previa de ninguna autoridad, a pesar de los problemas que se puedan contraer.
Y a la vez, esa tarea implica el compromiso vital y total de decir y llamar a las cosas como son: no podemos renunciar a nuestra vocación profética, que es anunciar la Buena Noticia y es también denunciar todo aquello que se opone a la Vida)
Paz y Bien
Sin pedir permiso
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