Para el día de hoy (18/10/09):
Evangelio según San Marcos 10, 35-45
(Parece increíble.
Después de tanto caminar con Él, los discípulos no querían entender de qué se trataba todo lo que Jesús les enseñaba.
Lo acompañaban físicamente, pero sus almas estaban lejos, bien lejos.
Santiago y Juan aparentemente le hacen un pedido; hasta lo llaman Maestro.
En realidad le están diciendo qué debe hacer, quieren que los siente a su derecha e izquierda "cuando estés en tu gloria".
-No saben lo que piden- es la respuesta del Señor, una respuesta quizás más entristecida que una reprimenda.
Los hijos de Zebedeo siguen estando en otro plano, sus pensamientos son de los hombres y no los de Dios.
Y los otros discípulos no se quedan atrás: se indignan ante tal pedido...porque ellos también tenían sus ambiciones y esperaban sus privilegios y recompensas.
La Palabra nos regala un bello signo: en medio de la disputa y la confusión, nos dice que -"Jesús los llamó y les dijo...-"
No se trata de que acuden a Jesús los discípulos cuando están confusos o cuando deben zanjar disputas -producto muchas veces del egoísmo y de la ambición-; se trata más bien de que Jesús los llama y les habla.
Y no se trata de apaciguar los ánimos; es hora de derribar la estatua del dios-aspirina, del dios-calmante y adorar al verdadero y único Dios de la Vida y la Paz.
El Maestro los llama y les expone el verdadero uso que se hace del poder en este mundo, y desenmascara el verdadero rostro de los poderosos.
No habla de sistemas, monarquías, democracias, absolutismos, izquierdas, derechas y centros, no.
Habla de seres, personas concretas con nombre y apellido que ejercen el poder oprimiendo a sus semejantes , utilizándolo en provecho propio, considerándose dueños y señores de vidas, bienes y virtudes.
Y en ese exacto instante, define la identidad de quienes quieran seguir su camino.
-Nada de eso entre ustedes-
El poder deberá transformarse en servicio.
Quien quiera ser el más grande e importante, deberá ser el servidor de sus hermanos.
Quien quiera ser el primero, que se haga esclavo de todos.
Se nos ha dado por pura gratuidad y amor entrañable de Abbá Padre el Reino, realidad y presencia.
Sin embargo, reclamamos la misma herencia de los zebedeos y de los otros discípulos.
Desde pretender vivir una fé basada en premios y castigos, en la búsqueda de recompensas postreras, en las predendas, privilegios y jerarquías actuales, desde lo personal pasando por lo comunitario y vivido a veces tristemente en esta familia que llamamos Iglesia.
-Nada de eso entre ustedes-
Maravillosa locura del Reino de Dios que se nos ha regalado -y no se nos ha dado como premio, recompensa o pago-
Nuestra identidad cristiana como discípulos, como comunidad que sigue a Jesús, como Iglesia ha de estar caracterizada total y enteramente por el servicio... Y por el servicio a toda la humanidad, no solamente a los "nuestros".
La ambición por títulos y rangos, el ansia por detentar poder, la devoción a estructuras, el ímpetu por conseguir adeptos... -Nada de eso entre ustedes-
vuelve a decirnos el Maestro.
La Iglesia crece y se eleva y glorifica a Dios cuando -paradoja para los hombres, Gracia de Dios- cuando se expande no tanto en números interminables, sino cuando crece hacia y desde abajo.
Abajo, sirviendo sin esperar nada a cambio, a los pobres, a los excluídos, a los más pequeños primero...y luego a todos los demás.
La verdadera identidad cristiana se caracterizará por el servicio y la entrega de la vida a diario, por la negación del yo en beneficio del tú y del nosotros, por la renuncia a sí mismo para que el otro viva, haciendo presente aquí y ahora el Reino de su Maestro que siendo Dios, se humilló totalmente, vino a servir y dió su vida en rescate por muchos)
Paz y Bien
Reflexión
Hace 9 minutos.
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