Para el día de hoy (22/06/20):
Evangelio según San Mateo 7, 1-5
Vivir la Buena Noticia no admite tibiezas ni términos medios.
Es lo totalmente distinto a lo que presuponemos y a los esquemas que nos establecemos, una propuesta y exigencia de radicalidad de vida, una transformación total de la existencia.
Sin embargo, el Maestro hoy nos plantea mirar desde otra luz el centro de nuestra propia existencia, el saber qué somos y cómo somos con nosotros mismos y con los demás.
Es que -lo sabemos aunque no lo admitamos- nos resulta muy conveniente volvernos jueces y fiscales de los demás, señaladores consecuentes de faltas y pecados ajenos. En cierto modo, en los altares de nuestros egos sacrificamos al prójimo, porque prevalece nuestro interés como único y valedero.
Quizás, se trata una ruptura de la fraternidad; cuando juzgamos al otro -por buenas que aparezcan las razones que nos motiven a ello- ese otro deja de ser hermano, y renegamos como hija o hijo de Dios. Nos ponemos en un escalón jerárquico superior, y en realidad no vemos al otro tal cual es, sino a través del cristal empañado de nuestros ojos escasos.
Aún no tenemos la mirada de Jesús de Nazareth, que vé y mira a todos como hermanas y hermanos, todos hijos del mismo Padre, así hayan cometido acciones abyectas, la misma mirada bondadosa que mira la realidad presente e imagina la posibilidad de lo que podemos llegar a ser
Paz y Bien
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