El amor a Dios es inseparable del amor al prójimo















Para el día de hoy (04/06/20):

Evangelio según San Marcos 12, 28-34







El interrogante que le plantea el escriba al Maestro no era menor: la vida judía estaba regulada por 613 normas o mandamientos de estricto cumplimiento, 365 de ellos de carácter negativo-prohibitivo y 248 de carácter positivo. Por ello tanto rabinos como doctores de la Ley solían verse en situaciones complicadas en el esfuerzo de encontrar principios unificantes a la hora de enseñar y transmitir al pueblo este canon de normas que regulaban todos los aspectos, el social, el religioso, el político.

En general, muchos tomaron parte por absolutizar el sábado como expresión del Shema Israel -Escucha Israel, el Señor tu Dios es único-. Así, se llegaba a límites absurdos y opresivos, y hasta el no cumplimiento de este mandato sabatino acarreaba serios problemas; por ello Jesús de Nazareth, al subordinar el Sabbath al bien y a las necesidades humanas, será considerado blasfemo y así excomulgado de la sinagoga, espacio en donde gustaba enseñar la Buena Noticia.

En ese orden de ideas, el escriba espera que Jesús le plantee una lógica lista categorizada y estatutaria que le facilite el cumplimiento de la Ley. Es una estrategia de reemplazos, de sábados más llevaderos que siempre conducen a falsas seguridades, y a la clasificación del otro en donde lo que cuenta no es tanto lo bueno o lo malo sino que no hay lugar para el nosotros.

Sin embargo, es el tiempo de la Gracia y de la asombrosa ilógica del Reino de Dios. Así Jesús de Nazareth se vale de las Escrituras pero no hace una cita estratificada de los mandamientos. Su enseñanza es reveladora y desafiante, y anticipa esa cruz de dolor y amor total que tiene dos brazos inseparables.

Un madero que señala al cielo y otro madero que apunta hacia los lados.

Su sábado no es una sustitución alternativa, sino algo novedoso, nuevo y bueno: el amor a Dios es inseparable del amor al prójimo, un amor absoluto hacia el Creador que tiene como consecuencia necesaria el amor al otro en un plano que está en las antípodas de cualquier teoría, y que se expresa en el culto verdadero que no es otro que el ejercicio cotidiano de la compasión, del socorro, de la justicia y la misericordia.

Como ese escriba, no estamos lejos del Reino de Dios si hacemos nuestra la enseñanza liberadora de Jesús de Nazareth.
No estamos lejos porque aún tenemos pendiente el éxodo de todo egoísmo y formalidad estéril, esclavos de faraónicos yo y tú que van impulsados por el Espíritu al encuentro del nosotros.

Paz y Bien

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