Para el día de hoy (09/03/20):
Evangelio según San Lucas 6, 36-38
Cuando Jesús de Nazareth anuncia la Buena Noticia no plantea una alternativa religiosa, ni una opción social a los sistemas imperantes de su tiempo o de cualquier tiempo: aceptar esto implica adentrarnos confiados en el misterio de la Salvación que acontece en el aquí y el ahora.
Él enseña que la clave de todo destino radica en el amor, y ese amor es la esencia misma de Dios. De allí que los que lo sigan -más que discípulos, serán sus hermanos y sus amigos- serán reconocibles no por la forma de su culto, su cumplimiento de normas o la expresión de sus sentimientos, sino más bien por las acciones para con los demás, crean o no crean en el Maestro.
El criterio de identidad de sus hermanos estará signado por ese amor que se atrevan a ejercer a diario, porque ellos experimentan a Dios como Padre y al prójimo lo edifican, lo constituyen, lo hacen hermano.
Sólo así es posible la misericordia, la compasión más allá del gesto o el discurso, el perdón más allá de toda lógica, la renuncia a todo juicio.
Todo encuentra su sentido primero, precisamente, en la asombrosa noticia que Dios no está tan lejos, sino que es un Padre que ama a toda la creación y está cerca, muy cerca, y por el cual la realidad puede ser transformada a partir de ese principio fundante por el que nos volvemos hermanos, hasta los mismos enemigos.
Paz y Bien
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