Para el día de hoy (10/03/20):
Evangelio según San Mateo 23, 1-12
El Evangelista describe una escena compuesta por la multitud y también por los discípulos, y es una referencia innegable a que el Maestro vá a hablar verdades contundentes que no deben, de ninguna manera, acotarse a una elite, a un círculo reducido. El Maestro hablará con voz clara y fuerte -profeta total-, pues la profecía es anuncio y denuncia.
La invectiva es durísima y supondrá una ruptura tal con las autoridades religiosas que no habrá vuelta atrás, y desembocará en los días terribles de la Pasión.
La referencia a la cátedra de Moisés no es una expresión figurada o alegórica: se trataba de un mueble o asiento especial desde donde escribas y fariseos explican la Escritura a la congregación -significado literal de la palabra sinagoga-. Así entonces cátedra refiere a la ortodoxia y a la recta autoridad formativa e informativa a través de la cual las tradiciones y las Escrituras de Israel llegan al pueblo.
Casi sin advertirlo, desde el vamos hay un cuestionamiento a esa autoridad: Jesús de Nazareth afirma sin ambages que fariseos y escribas ocupan la cátedra de Moisés. Ello nos induce a pensar en ilegitimidad, pues el mandato antiguo confería esa tarea docente y exegética a los sacerdotes. La irrupción de los escribas y fariseos supuso la usurpación de esa autoridad original y la sustitución de enseñanzas espirituales rabínicas ancestrales por un intelectualismo sin corazón, la devoción reemplazada por casuística y legalismos extremos.
Ello desembocó en la obligatoriedad y la observancia extrema de los mandatos como reglamentos anteponiendo esa juridicidad a lo verdaderamente importante, la conversión y un profundo encuentro personal con Dios. Además, esos hombres amaban fervorosamente los títulos, las ornas, las prebendas, el reconocimiento público -el afán de figurar-, imponiendo a las almas más sencillas terribles gravámenes en nombre de Dios....una obligación para los demás pero no para sí mismos, como si ellos estuvieran muy por encima de ello.
Pero el contenido primordial de su cátedra sigue siendo la Torah, la Palabra de Dios, y por ello el Maestro conmina a escuchar esa Palabra pero, de ninguna manera, a seguir su ejemplo.
La cátedra de Cristo, la cátedra de la Iglesia es otra, la del servicio, la de la humildad, la de expresar buenas noticias desde un silencio fecundo y generoso de la vida que se ofrece, las ganas de no figurar, el bien del prójimo por sobre lo demás para mayor gloria de Dios.
La verdad de Dios que se revela en la Escritura no es propiedad de nadie, sólo somos sus servidores.
Paz y Bien
La invectiva es durísima y supondrá una ruptura tal con las autoridades religiosas que no habrá vuelta atrás, y desembocará en los días terribles de la Pasión.
La referencia a la cátedra de Moisés no es una expresión figurada o alegórica: se trataba de un mueble o asiento especial desde donde escribas y fariseos explican la Escritura a la congregación -significado literal de la palabra sinagoga-. Así entonces cátedra refiere a la ortodoxia y a la recta autoridad formativa e informativa a través de la cual las tradiciones y las Escrituras de Israel llegan al pueblo.
Casi sin advertirlo, desde el vamos hay un cuestionamiento a esa autoridad: Jesús de Nazareth afirma sin ambages que fariseos y escribas ocupan la cátedra de Moisés. Ello nos induce a pensar en ilegitimidad, pues el mandato antiguo confería esa tarea docente y exegética a los sacerdotes. La irrupción de los escribas y fariseos supuso la usurpación de esa autoridad original y la sustitución de enseñanzas espirituales rabínicas ancestrales por un intelectualismo sin corazón, la devoción reemplazada por casuística y legalismos extremos.
Ello desembocó en la obligatoriedad y la observancia extrema de los mandatos como reglamentos anteponiendo esa juridicidad a lo verdaderamente importante, la conversión y un profundo encuentro personal con Dios. Además, esos hombres amaban fervorosamente los títulos, las ornas, las prebendas, el reconocimiento público -el afán de figurar-, imponiendo a las almas más sencillas terribles gravámenes en nombre de Dios....una obligación para los demás pero no para sí mismos, como si ellos estuvieran muy por encima de ello.
Pero el contenido primordial de su cátedra sigue siendo la Torah, la Palabra de Dios, y por ello el Maestro conmina a escuchar esa Palabra pero, de ninguna manera, a seguir su ejemplo.
La cátedra de Cristo, la cátedra de la Iglesia es otra, la del servicio, la de la humildad, la de expresar buenas noticias desde un silencio fecundo y generoso de la vida que se ofrece, las ganas de no figurar, el bien del prójimo por sobre lo demás para mayor gloria de Dios.
La verdad de Dios que se revela en la Escritura no es propiedad de nadie, sólo somos sus servidores.
Paz y Bien
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