Para el día de hoy (26/09/18):
Evangelio según San Lucas 9, 1-6
Si bien la Palabra para el día de hoy no es muy extensa, no por ello es menos intensa.
La convocatoria del Maestro es en tiempo presente y para todos y cada uno de nosotros, yendo en primer lugar a las Galileas de todos los márgenes.
Nada hemos de llevar: seremos pobres en medios para que éstos no se vuelvan más importantes que el fin mismo, se trata de ser pobres como Jesús, se trata de hacernos hermanos del que de todo carece.
Se trata de confiar en la Providencia, santa mano de Dios que no nos deja librados a nuestra suerte.
Y el envío es misión de alegría y liberación. Craso error cometemos si suponemos que se trata de ganar adeptos o hacer proselitismos que engrosen el número de participantes de una confesión.
Se trata de anunciar la mejor de las noticias, noticia de alegría perpetua, de que la muerte no tiene el final, de que Dios es un Padre que nos ama y una Madre que nos cuida.
Se trata de liberar al prójimo -cercano y lejano- de todo aquello que lo golpea y somete, que lo doblega e impide vivir en plena humanidad.
Se trata de anunciar que creemos en Alguien antes que en algo, y que por eso mismo queremos que vuelva a florecer la hospitalidad, que toda casa sea hogar de hermanos.
No es tarea de ingenuos, sino misión de mujeres y hombres que confían y permanecen fieles porque se saben acompañados -nunca solos-, y porque no hay tarea mejor que anunciar la Buena Noticia para que acontezca aquí y ahora el Reino.
Paz y Bien
La convocatoria del Maestro es en tiempo presente y para todos y cada uno de nosotros, yendo en primer lugar a las Galileas de todos los márgenes.
Nada hemos de llevar: seremos pobres en medios para que éstos no se vuelvan más importantes que el fin mismo, se trata de ser pobres como Jesús, se trata de hacernos hermanos del que de todo carece.
Se trata de confiar en la Providencia, santa mano de Dios que no nos deja librados a nuestra suerte.
Y el envío es misión de alegría y liberación. Craso error cometemos si suponemos que se trata de ganar adeptos o hacer proselitismos que engrosen el número de participantes de una confesión.
Se trata de anunciar la mejor de las noticias, noticia de alegría perpetua, de que la muerte no tiene el final, de que Dios es un Padre que nos ama y una Madre que nos cuida.
Se trata de liberar al prójimo -cercano y lejano- de todo aquello que lo golpea y somete, que lo doblega e impide vivir en plena humanidad.
Se trata de anunciar que creemos en Alguien antes que en algo, y que por eso mismo queremos que vuelva a florecer la hospitalidad, que toda casa sea hogar de hermanos.
No es tarea de ingenuos, sino misión de mujeres y hombres que confían y permanecen fieles porque se saben acompañados -nunca solos-, y porque no hay tarea mejor que anunciar la Buena Noticia para que acontezca aquí y ahora el Reino.
Paz y Bien
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