Felices los que creen y confían













Para el día de hoy (12/09/18):  


Evangelio según San Lucas 6, 20-26







Frente a cierta religiosidad abstracta -la que se suele acotar al culto y las normas pero no mucho más- las Bienaventuranzas son, cuanto menos, inconvenientes. Por ello suelen interpretarse con múltiples capas de ligereza, quizás con el fin de desencarnarlas, que no comprometan, que no cuestionen, que no conmuevan.

Pero las Bienaventuranzas, en realidad, no pretenden invertir la escala de valores del mundo ni ofrecer una alternativa de tinte ideológico. Antes bien, son la revelación del amoroso sueño de Dios para el hombre, que es su bien, su alegría, su felicidad. Por eso mismo las Bienaventuranzas son un don de Cristo para re-edificar el mundo, la vida cotidiana conforme a ese sueño del Padre, porque todo está al revés, todo parece amilanar la humanidad y menoscabar los corazones.

Felices los pobres, claro que sí, porque con Cristo y su Iglesia se enciende la esperanza que se había ido apagando para que todo vuelva a un cauce de justifica y fraternidad, pero felices también los pobres de espíritu, es decir, aquellos que se han despojado de todo pues su único bien es Dios, y su único interés es el servicio al prójimo.
Felices los que lloran, porque la risa, la celebración es posible aquí y ahora si nos lo proponemos y ponemos manos a la obra. Felices los hambrientos, porque siempre hay lugar para uno más en la mesa de los hermanos, mesa de fraternidad y de justicia.
Felices los perseguidos, insultados y denostados a causa de la fidelidad al Evangelio: esas persecuciones y esos dolores son inevitables, pues para un mundo establecido en torno al poder y al dinero la santa ilógica de la Gracia y del amor son una amenaza.

Grave advertencia también para los poderosos, para los satisfechos, para los que miran para otro lado, corazones sin destino ni cielo.

Felices entonces los que creen, porque la eternidad comienza aquí y ahora, confiando, trabajando, creyendo, sirviendo, haciéndonos Palabra y pan para el hermano.

Paz y Bien

0 comentarios:

Publicar un comentario

ir arriba