Para el día de hoy (30/10/15):
Evangelio según San Lucas 14, 1-6
La medicina moderna ha establecido que la hidropesía no es propiamente una patología en sí misma, sino la sintomatología propia de otras patologías, que pueden ser cardiovasculares, renales, hepáticas, y consiste en la inflamación del abdomen, de articulaciones como los tobillos o de las extremidades por acumulación de líquidos que el organismo no elimina naturalmente.
En cierto modo, y de un modo superficial, implica la deformación de la figura humana. El hidrópico presenta un cuerpo inflado por la enfermedad que no es real.
Jesús de Nazareth está en casa de fariseos un sábado, convidado a la mesa propia de ese Shabbat, mesa solemne y celebratoria. Los asistentes lo observaban con atención, y la contraposición es total: el Maestro asiste a compartir pan y vida, los que le convidan están ahí como censores, expertos detectores de heterodoxias y errores. Esas especificaciones probablemente le impidan ver el bien y la verdad aunque ésta resplandezca ante sus ojos.
El Maestro es un perfecto conocedor de los corazones. Sabe qué se teje en las honduras de las almas de esos hombres, y por eso señala a uno de los presentes, un hombre hidrópico. La sanación de ese doliente es significativa y reveladora, no tanto de la patología que ha desaparecido, sino del mal que comprime los corazones fariseos.
Ellos, en pos de una observancia a ultranza de la Ley se han vuelto legalistas en detrimento del amor de Dios y de la compasión. Ellos están inflamados artificialmente tras una miríada de normas y preceptos que han establecido en su soberbia, y que esconde su estatura real. En ese salón en donde se comparte la mesa, son muchos los enfermos pero no precisamente el hidrópico.
Hijos de Israel, bueyes cernidos con la Ley, prefieren seguir en un mundo de sombras creado por ellos mismos.
El pozo del que reniegan salir es el pozo de las miserias y del pecado en donde solemos caer, pozo del que nos saca la mano bondadosa de Dios, mujeres y hombres restaurados al sol de la Gracia, siempre disponible, sin restricciones ni horarios, el año santo de la Salvación.
Paz y Bien
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