Para el día de hoy (13/10/15):
Evangelio según San Lucas 11, 37-41
El conflicto entre Jesús de Nazareth y los fariseos era prácticamente inevitable. En la práctica, esos hombres estaban ofendidos porque un rabbí galileo, pobre y humilde -sin pergaminos ni credenciales- enseñaba las cosas de Dios con una autoridad inusitada que abiertamente los cuestionaba, y además, es de suponer que estuvieran horrorizados en cierta medida frente a la pérdida de poder y de prestigio.
Pero además, otra cuestión más raigal los situaba en veredas enfrentadas: esos hombres representaban la ortodoxia, la voz oficial de una religiosidad que suponía que mediante la acumulación piadosa y la estricta observancia de los preceptos se obtendría la Salvación y la bendición divina.
El problema no estriba en llevar una vida piadosa en todos los días de la vida, claro que nó. El problema es el aferrarse a una aritmética de la Salvación, a los méritos acumulables, a imaginar a un Dios dispensador de premios y castigos cuyo favor se obtiene a través de la escrupulosidad cultual.
Cristo ha inaugurado el tiempo de la Gracia y la Misericordia, y revela el rostro bondadoso de un Dios que es Padre, que ama a sus hijas e hijos sin reservas, que se brinda por entero, pródigo en amor y Salvación.
Esas normas estrictas implicaban, entre una miríada de obligaciones, que previamente a las comidas debían realizarse puntuales y específicas abluciones, así como también un cuidadoso y regulado lavado de los utensilios tales como las copas y los platos.
Jesús de sienta a la mesa y no las realiza, y ese fariseo que lo convida se extraña y de alguna manera también se escandaliza. No se trata de una razonable cuestión de higiene: se trata de que la verdadera purificación no es externa sino interior, comenzando por liberarnos del egoísmo que nos impide volver el corazón a Dios y al hermano, de allí la necesidad de la limosna, una limosna que no es dar lo que sobra sino más bien darse para que el hermano no pase necesidad.
Porque la ablución necesaria y el culto primero es la compasión.
Paz y Bien
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