Pedir, buscar, llamar




Para el día de hoy (08/10/15): 

Evangelio según San Lucas 11, 5-13



En un primer momento, de acuerdo a la lectura del día, pareciera que la cosa estuviera dividida. Por un lado, la conveniencia de una plegaria de petición que, sin demasiada vergüenza, reconoce a Dios como un eficaz proveedor de cosas y bondades que necesitamos, ese mágico aquietador de angustias y despejador de miradas que han perdido el horizonte, un terapeuta de nuestras limitaciones.
En ello, y aunque quizás subyace una falsa imagen de Dios, hay una confianza que debemos rescatar,

Por otro lado, y por cierta religiosidad viciada de mercantilismo, la oración como trueque piadoso y acumulativo que supone que una plegaria amplia y nutrida obtendrá a cambio el favor divino. 

Finalmente, y aunque ha de reconocerse la disciplina y la constancia, quizás nos encontremos con ese talante piadoso que reza constantemente las plegarias establecidas en los días y horarios determinados a tal fin, la producción constante de oraciones. Allí tal vez hay mucha programación pero poco corazón.

La infinita revelación que realiza Jesús de Nazareth es que Dios es un Padre que nos ama sin límites, y que todos y cada uno de nosotros tenemos un derecho adquirido por esa dignidad filial -derecho inmerecido, claro está-. Es el derecho de las hijas y los hijos de Dios, asombroso, inexplicable por fuera del amor y la ternura.
Así la insistencia de Cristo por la eficacia de la oración, que no se encarece las fórmulas sino más bien la confianza, pues ese Dios es un Padre que nunca nos abandona ni deja de escucharnos. Pedir, buscar, llamar sin desmayos. Orar siempre para estar en la sintonía infinita y trascendente de la vida en el Espíritu, nuestra herencia inagotable.

La serena felicidad de que aún siendo amigos inoportunos que siempre obtendremos el pan de Vida aún a horas intempestivas.

Paz y Bien


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