Domingo 28º durante el año
Para el día de hoy (11/10/15):
Evangelio según San Marcos 10, 17-27
La actitud de ese hombre -que por el Evangelista Mateo sabemos que es joven- es admirable en su honestidad y en su franqueza, y contrasta de manera abismal con todos aquellos que acudían al Maestro con intenciones aviesas, con interrogatorios falaces que desembocaran en declaraciones condenatorias.
A Cristo se presentaban los enfermos, los leprosos, las familias que llevaban a sus seres queridos demolidos de dolor y de muerte, los excluidos, los descartados, todos y cada uno con sus penas y angustias buscando salud y liberación en ese rabbí galileo que prodigaba el bien sin condiciones en nombre de Dios, al que llamaba Padre.
Pero este joven no está acuciado por esos pesares. Su angustia es de otro cariz, y no hay esquemas teoréticos que lo tengan confundido y que deba resolver: lo suyo es angustia existencial, personal, concreta, y la pregunta primordial del qué hacer para heredar la vida eterna se traduce en ansias de vivir la vida en plenitud. Porque el joven intuye que adolece de cierta cuestión, que algo le falta y confía en ese Maestro que pasa por su ciudad, por su calle, por su vida.
Ojalá también nosotros confiáramos así, en abierta confianza y a los pies de Cristo nuestros vaivenes y escarceos de los días que se nos pierden en el sinsentido.
El Maestro, ante todo, lo lleva cuidadosamente al centro que ha perdido, y que es Dios, y más aún, un Dios bueno, un Dios en el que sólo encontraremos bondad, raíz y destino de todo bien.
Hemos de notar que Él mismo, en cierto modo, aparta la mirada sobre Su persona, y es señal para el joven y para sus discípulos: no hay que anteponerse a Dios, la Buena Noticia es el sol del nuevo día para todas las almas, la luz de Dios que disipa todas las tinieblas.
Es claro que el Maestro habla en la misma sintonía que ese joven. Es cuestión de hacerse entender en el lenguaje del otro. Para la mentalidad religiosa del siglo I, el camino hacia la vida eterna es a través de la observancia de los mandamientos de ese Dios Bueno.
Deliberadamente, Jesús realiza con él un memorial de los mandamientos que deben ser cumplidos, y curiosamente menciona aquellos que refieren a la relación con el prójimo, porque en el tiempo de la Gracia el rostro de ese Dios Bueno se encuentra en la mirada del hermano, y resplandece en los más pobres.
Ese joven ha cumplido fielmente los mandatos, y sin embargo no está satisfecho, no se siente completo. Algo le falta, algo nos falta.
Falta abandonar las cosas vanas a las que nos aferramos, en marasmos de egoísmo. Falta rebelarnos contra el falso dios del dinero. Falta edificar al prójimo.
Pero por sobre todo, falta darse a los demás, aferrarse a Cristo y con Él, emprender el peregrinar hacia la tierra prometida de la Salvación, en ese Reino que ya está aquí, entre nosotros, don y misterio de ese Dios Bueno que se ha llegado humildemente a nuestras vidas.
Paz y Bien
1 comentarios:
Nos faltan tantas cosas, pero queremos dejar lo que tenemos por seguirle, eso es lo que creo que el Señor ve de nuestro corazón.
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