Para el día de hoy (27/11/13):
Evangelio según San Lucas 21, 10-19
(Ya desde los tiempos de su ministerio, Jesús de Nazareth advertía a los suyos acerca de las persecuciones y hostigamientos que iban a sufrir los suyos a causa de la Buena Noticia. Es un horror mayor. Discípulas y discípulos serán perseguidos, a menudo con brutalidad y otras veces con militante desprecio, no sólo por los poderosos de este mundo. En muchas oportunidades también los causantes de sus penas serán justamente aquellos que consideraban propios y cercanos, y allí el dolor y la frustración son dobles.
Pero en todos los casos, trasciende y se mantiene en pié quien se mantiene fiel, pues Dios no deja de pensarnos, de querernos, de sostenernos frente a cualquier temporal, y ni siquiera harán falta discursos grandilocuentes. Él hablara por nosotros y a través de nosotros, con la elocuencia y la contundencia propias de la verdad.
Tampoco, es justo decirlo, es bueno y dable ansiar dolores y sufrimientos. De allí a imaginar que a Dios eso le agrada hay sólo un paso. Ningún Padre quiere el mínimo dolor para sus hijos, y esas ansias posibles responden más a una falsa imagen de Dios y a cuestiones psicopatológicas.
Porque lo que verdaderamente importa es ese Dios que sueña y se desvive por nuestra felicidad, nuestra plenitud.
Por ello, los reales motivos de preocupación han de ser para nosotros los tiempos aquellos en que nunca pase nada, en que todo transcurra en una calma desabrida, en comodidades perecederas, en una rutina que nos vá carcomiendo el alma.
Porque la fidelidad a la Buena Noticia necesariamente ha de chocar, producir inquietud, asomarse como peligro a eliminar a los poderes de este mundo.
El amor, la justicia y la misericordia son peligrosos)
Paz y Bien
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