Para el día de hoy (14/11/13):
Evangelio según San Lucas 17, 20-25
(No lo encontraremos descollando señales espectaculares, nada de eso. No tiene nada que ver con estructuras de mando, gobierno y poder, con manifestaciones masivas, con el estruendo de la cuantificación, con una fé imperial. No llega por la acumulación piadosa. Y por sobre todas las cosas, no tiene vínculos directos con méritos pretendidos o efectivamente cumplidos.
Tiene, ante todo, el perfume de lo gratuito, de lo que se regala sin pedir nada a cambio. Don y misterio insondable, es el tesoro escondido en el campo, es la perla más valiosa que todo lo transforma. Es cuestión primordial de amores.
Sin embargo, se torna complicado para la razón, máxime cuando abunda el dolor, la muerte, la desesperanza, la omisión, la injusticia, el olvido. Cuando tantas vidas son avasalladas. Cuando tantas voces se acallan. Cuando no miramos a los pobres a los ojos. Cuando vemos enemigos y apóstatas por doquier, pero nos cegamos a la hora de descubrir pares, hermanos.
Con todo y a pesar de todo, el Reino de Dios ya está aquí y ahora. Cerca, muy cerca, al alcance humilde de los corazones capaces del asombro y la gratitud.
Allí está, en donde se hace lo que se debe sin estridencias ni búsqueda de premios ni reconocimientos. Donde florece la compasión. Donde tantos ángeles con delantal mantienen a raya el hambre atroz que a tantos arrolla. Cuando se rinde culto a Dios en el doliente y el que sufre, templo vivo del Dios de la Vida. Cuando se deserta con furiosa alegría de toda corrupción. Cuando campea la honestidad y la sencillez. Cuando se incrementan sin pausas los esfuerzos para que la mesa de la fraternidad sea cada vez mayor. Cuando la alegría se expande porque se comparte.
Está allí, y es menester abrir los ojos de la otra mirada, y atreverse a andar tras los pasos del Maestro en esta realidad infinitamente generosa que se nos ha dado, y a la que se nos invita a ser partícipes)
Paz y Bien
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