Jesucristo, Rey del Universo
Para el día de hoy (24/11/13):
Evangelio según San Lucas 23, 35-43
(La escena es demoledora: tres hombres son ejecutados en el Gólgota con siniestra precisión romana.
En ese lugar son ajusticiados, y el término no puede ser más exacto, pues sus verdugos suponen estar haciendo un acto de justicia.
Jesús agoniza en ese madero, rodeado de malhechores, como un criminal abyecto. Es la imagen patente de la derrota total.
La multitud observa silenciosa, con neutralidad tibia y acomodaticia. Ese silencio es más que conveniente, no vaya a ser que se corra su misma suerte.
Los dirigentes religiosos y los soldados -signos del poder ejercido, de la fuerza impuesta- se burlan y lo ofenden. Habla de un Reino pero no exige poder ni gloria. Desoye los reclamos de los suyos de ser coronado y gobernar la tierra de Israel. Se hace servidor, realiza tareas propias de los esclavos, se junta con los despreciados, con los que es menester dejar de lado, con los que es mejor no encontrarse.
En cambio de reivindicar las glorias de un Dios inaccesible y lejano, predica a un Dios tan cercano que es Padre y es Madre y habita en los corazones que se lo permiten, un Dios enamorado de su creación, un Dios que se pone abiertamente del lado de los débiles, de los pobres, de los pequeños.
En síntesis, un blasfemo peligroso pues trastorna todas las creencias firmes, y se niega a reconocer al César como un dios. Las cosas del César son del César...las de Dios son bien distintas.
Hasta uno esos malhechores, compañero de sufrimientos, le reclama un escape a ese momento terrible.
Sin embargo, a pesar del horror y del espanto, el otro condenado intuye que hay otra realidad muy distinta a esa noche cerrada y dolorosa. Y sabe bien que con ese galileo manso y bueno se está cometiendo la peor de las injusticias, pues toda su vida ha sido pura bondad.
Y no se calla. En cambio de llamarlo Maestro, Cristo, Mesías o Hijo de David simplemente lo llama Jesús, y en ese reconocimiento de su plena humanidad está también íntimamente entrelazado el reconocimiento a su realeza, rey del universo comenzando por el hoy de los corazones. Porque la Salvación acontece en el aquí y el ahora, por ello el primer ciudadano pleno del Reino será ese marginado, el único por entre todos los presentes capaz de tomarse muy en serio -tan en serio como la misma esperanza- que allí no hay un delincuente ni un derrotado. Allí hay un hermano que puede abrir las puertas definitivas del para siempre, allí hay un hombre de cuerpo quebrantado y corazón infinito que tiene todas las respuestas, que muriendo vivirá para siempre.
Este Cristo es un rey imposible para lógicas y razones, ajeno por completo a coronas, pompa y boato.
Es un rey humilde que sólo puede reconocerse en la cruz, una cruz que tiene un brazo apuntando siempre hacia el cielo, y otro brazo perpetuo hacia los lados, hacia los demás, congregando hermanos, urdimbre santa de cielo y tierra.
Por ello la Resurrección será victoria de Dios y el hombre, por ese Cristo que es rey de todos los corazones que se atreven a seguir vivos en plenitud, a pesar de todas las cruces)
Paz y Bien
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