Para el día de hoy (14/12/11):
Evangelio según San Lucas 7, 19-23
(Juan languidece en el calabozo herodiano, pero no se quiebra, no cede. Es un hombre íntegro y cabal que se sostiene en el Dios que lo ilumina, por ello no sucumbirá ni aún ante el verdugo.
En ese triste devenir prisionero, envía a dos de sus seguidores hacia donde se encuentra Jesús para hacerle una pregunta crucial: el Bautista mantiene ciertas dudas sobre la imagen que poseía acerca del Mesías de Israel, sigue latiendo en él una semblanza de un Salvador justiciero, poderoso y vengador de su pueblo.
Sin embargo, confía totalmente en ese nazareno pariente suyo, a quien conocía profundamente desde el vientre materno. La pregunta de Juan denota una confianza a toda prueba, y una obediencia en el sentido primigenio de la palabra: él espera la respuesta de Jesús no tanto para sí mismo, sino para los suyos, para los que han de enarbolar la esperanza de tantos.
Por ello mismo, más que una requisitoria es un abrazo lejano entre dos hermanos.
Y la respuesta del Maestro no será menor, se volverá diáfana de claridad y sólida en la coherencia entre el anuncio y los hechos.
Se trata de algo que está mucho más allá de sanaciones increíbles: se trata de que aquellos que eran considerados impuros, enfermos a causa de pretéritos pecados y minimizados en su humanidad son ahora personas de rostro y nombre concretos, integrados plenamente al Reino que se anuncia y acontece como actores primeros e imprescindibles.
El milagro de volver a mirar y ver luego de una existencia ensombrecida.
El milagro de ponerse de pié y comenzar a andar.
El milagro de las llagas de la exclusión y la condena quitadas por pura bondad, almas renovadas.
El milagro de poder oír y escuchar a la Palabra y al hermano, rompiendo la coraza que nos separa en el silencio impuesto.
El milagro de los que estaban muertos para los demás, han recuperado su vida plena, su estatura humana en toda su dimensión.
Y el milagro mayor: no hay condena, no hay recriminación, hay novedades, hay noticias que, inevitablemente, serán buenas y serán anunciadas a los pobres, a los más pequeños. Es el inicio de la alegría que no finalizará jamás.
Jesús de Nazareth inaugura un tiempos y espacios inéditos, increíbles, maravillosos: mujeres y hombres se encontrarán con su Dios en el abrazo, en la compasión, en la misericordia.
Él es el que esperamos, Él es nuestra justicia, nuestra liberación, nuestra felicidad)
Paz y Bien
2 comentarios:
El Espíritu Santo siempre está contigo.. Ricardo, tienes una manera tan dulce y tan clara de hacernos ver la realidad y el contexto histórico además de esa apreciación justa... que pareciera que Jesús mismo te dicta las frases...
Sabes que yo subo tus comentarios todos los días a mi face?... y cada día son más mis amigos que los leen y los disfrutan y los aprueban...
Gracias querido hermano... por tu pureza de corazón...
Ora por mi y por el mundo entero!!!! Eres un hombre de Dios indudablemente!!!!
Muchos cariños y Bendiciones..!!!!!
Gracias por tus cálidas palabras!
Todos somos mujeres y hombres predilectos de Dios, Él nos busca sin pausa ni descanso a cada instante, en cada situación y aún en estos medios informáticos que, a veces, pueden parecernos bastante artificiales.
Todos hacemos que el Reino acontezca cuando nos encontramos, y crecemos juntos cuando la Palabra germina en nosotros.
Dios te bendiga por tanta bondad y generosidad, y siga sosteniendo tu alegría.
Un abrazo grande
Paz y Bien
Ricardo
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