Las víctimas de siempre

Santos Inocentes, mártires

Para el día de hoy (28/12/11):
Evangelio según San Mateo 2, 13-18

(La ferocidad e implacabilidad de Herodes no es desconocida, así como también que es un hombre totalmente pragmático. Hará lo que sea para sostenerse en el poder, y allí intuimos esa concepción de la política como arte de lo posible, la pura praxis carente de sustento ético.
Por eso no vacilará a la hora de ejecutar a Juan el bautista. Por eso, luego de la información recabada de los sabios de Oriente y enfurecido por su partida, ordena el degüello de niños belenitas desde dos años para abajo sin hesitar. Teme el surgimiento de un pretendiente de ascendencia real a su trono, y evita cualquier crisis política matando. Es parte de su obrar habitual, es consecuencia de su ejercicio del poder.

Entre esas vidas que van brotando y son sesgadas concienzudamente y sin piedad, debería haber estado Jesús de Nazareth. Dios envía a su Hijo y a su familia a Egipto no sólo para que se cumpla el plan de Salvación, sino también porque los vivos deben perpetuar la memoria viva de los muertos injustamente, ¿quién mejor que Jesús?. El Maestro será el testigo que gritará contra toda violencia, especialmente la ejercida contra los niños, grito que se une al llanto desconsolado de tantas madres dolientes.

Tal vez nos hemos olvidado el sentido primero del significado de inocente, pues estamos algo intoxicados por los medios de comunicación: asociamos al término con la idea de no culpable. En realidad, proviene de in noccere, es decir, incapaz de hacer daño. Desde esa perspectiva, comprendemos que a través de la historia y en nuestro duro presente las víctimas inocentes son multitudes.

Quizás la tentación primera es la de detenernos en el drama del aborto: miles de niños indefensos impedidos violentamente de nacer, bajo los más diversos argumentos. Es innegable que es un espanto, pero también hay otros dramas que solemos pasar por alto, tan habituados al horror como estamos.

Los inocentes que sí nacen, pero a los que olvidamos inmediatamente luego de nacer, y están allí los Herodes del narcotráfico, de la prostitución infantil, del abuso, del tráfico de órganos, las aves negras del trabajo esclavo, los honorables buitres de la seguridad nacional para quienes las muertes de niños en guerras son sólo casualties, daños colaterales, cuanto lo siento. Los juiciosos funcionarios de la inmigración ilegal, niños delictuales por haber nacido en otra patria -y la familia de Nazareth hubo de emigrar a Egipto escapando de la espada seguramente sin papeles-. Los masters de la economía que elaboran profusos razonamientos para justificar el hambre de tantos niños. Los ideólogos permanentes de la falta de escuela y doctor, de la panza hinchada y las piernas de alambre, del no futuro, de la miseria, de las malas noticias perpetuas.

Navidad significa también que por un Niño Santo todos los niños -todos- son sagrados. Y un sólo niño violentado es una tragedia que a todos nos involucra sin excepción.

Con tantas víctimas, con las víctimas de siempre, quizás nos ande faltando cierto exilio interior para descubrir en qué punto hemos perdido el rumbo, y volver a desacostumbrarnos al horror para que la vida prevalezca)

Paz y Bien


1 comentarios:

Teresa dijo...

Tienes toda la razón, Ricardo. El aborto es sólo la punta del iceberg de la muerte, el maltrato, el abuso y la explotación a "los inocentes entre los inocentes": los niños.
Por eso le pido a Dios que esta Navidad, sepamos ver en Jesús recién nacido a todos los niños del mundo.
Un abrazo.

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