Para el día de hoy (03/12/11):
Evangelio según San Mateo 9,35 - 10, 1.6-8
(Hay una cuestión asombrosa: Jesús de Nazareth recorría todas las aldeas y ciudades enseñando en las sinagogas, en donde se sostenía religiosamente las intolerables normas de pureza, en donde se excluía de toda participación a la mujer y a los niños pequeños, en donde el anuncio del Dios de Jesús y de su Reino iba a ser considerado una afrenta y una blasfemia, y ese rechazo desatará violencias que desembocarán en el cadalso de la cruz, el amor mayor.
Sin dudas el Maestro lo sabía, pero aún así se obstinaba en que la sinagoga -que en su raíz primera significa reunir o congregar- fueran recintos amplios de inclusión, de encuentro, alternativas a una vida estrecha puntillosamente seleccionada y organizada para unos pocos.
Maravillosa y santa irreverencia la de Jesús, que hoy nos reviste de la rebeldía del Espíritu de Vida.
-¿Qué podríamos decir hoy de nuestras comunidades, templos y parroquias? -
El anuncio del Reino no es declamación pura ni transmisión académica de doctrina: es realidad concreta que se transforma, haciendo que la vida sea más plena, es decir, más humana. El Reino acontece cuando se desalojan las dolencias y enfermedades que doblegan y que a menudo son -aún hoy- consideradas cruelmente consecuencia necesaria de vidas pecaminosas y castigos por morales heterodoxas.
El Reino sucede cuando florece la compasión y la solidaridad; es menester mirar al mundo con la mirada de Jesús, son tantos los librados a la resignación, al abandono, existencias fatigadas que sólo conocen malas noticias.
Y nos puede sorprender que el Maestro convoque a doce hombres en apariencia poco confiables, frágiles y que suelen confundir en su soberbia a ese Dios que anuncia Jesús, y que son rápidos a la hora de la traición y el miedo.
Pero es otro maravilloso signo que haya sido así, y que siga sucediendo en nuestros tiempos del mismo modo. Nosotros también no somos los mejores para esto, solemos trastocar las cosas, nos quebramos rápidamente de miedo, nos escapamos veloces en la infidelidad del egoísmo.
Pero la vida es tenaz, y el Reino se edifica desde lo que para el mundo no cuenta, con humildad, pequeñez y una increíble gratuidad, esa Gracia que se derrama como manantial en toda la humanidad sin condiciones ni exigencias.
Un Niño está llegando, un Niño crece en el silencio y la humildad del seno de una muchacha de sol y miel para que todos vivan, para que nadie más esté librado a su suerte, para que todos sepan que Dios se ha puesto de parte del hombre, para que la esperanza en rescoldo se vuelva fogata de luz y calor que desaloje los fríos de la indiferencia y la resignación)
Paz y Bien
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