Para el día de hoy (20/12/11):
Evangelio según San Lucas 1, 26-38
(Los hechos no son demasiado complejos: objetivamente, suceden en una pequeña aldea de región no muy bien vista, a partir de una muchachita judía adolescente, con un embarazo -cuanto menos- sospechoso, un bebé que se vá creciendo desde sus ojos plenos de asombro.
El poder ver más allá de lo evidente, un aspecto de eso que solemos llamar fé, exige cierto coraje y un confiado salto al vacío, abandonando nuestras seguridades falsas.
Es prácticamente una niña, casi una nada. Sin embargo, de ella dependen el universo y la historia.
Un Dios enamorado le pide permiso, un Mensajero cordial la trata con un respeto inusitado. Hasta podemos imaginar que Gabriel se retira algo avergonzado frente a su enorme pequeñez.
Esa muchacha descubre que de su Dios sólo puede venir la vida y la alegría.
Desde su alma transparente aceptará sin reservas esa Palabra que transforma, y por ello una vida nueva irá gestándose en silencio.
Los palacios herodianos, el poder imperial romano, la sacralidad del Templo quedan de lado.
Su Dios elige su seno como templo vivo de la Salvación, su Dios elige a los pequeños, a los que no cuentan, a los mínimos para que la vida fluya, crezca y se renueve para siempre.
Esa muchacha lleva en las honduras de su ser a la Palabra de regreso al pueblo.
Su Dios ha querido torcer una historia por demás escabrosa haciéndose humano, quizás el más humano de todos. Es el misterio infinito de la Encarnación, la Salvación no se impone ni está sometida a suertes o caprichos, la Salvación se nos crece desde lo profundo de nuestras almas.
La vida nos está llegando en silencio, humilde y tenaz. Está escondida en esas panzas maravillosas de niño dentro de poco tiempo, de bebés santos, de Dios en nuestros brazos, y sólo con la mirada de María de Nazareth podremos volver a celebrarla)
Paz y Bien
2 comentarios:
Una niña a la que incluso hoy día la iglesia daría por repudiada
Un niño del que hasta hoy en día la iglesia negaría tanta misería
Un Dios que nos ama en una niña, en un niño
Porque hay que ser como ellos...
En el Amigo, feliz navidad
al + mc
Hermano, me tomo el desmedido atrevimiento de afirmar que por ese Niño todos los niños se vuelven santos, que por ese Niño todos debemos volvernos niños para que Dios nos nazca, y que quizás se nos hayan extraviado en tanta locura citadina los ojos de asombro y confianza de esa muchacha que con su Sí ha transformado al universo
Un abrazo y una feliz y plena Navidad en el Amigo que está naciéndonos a diario.
Paz y Bien
Ricardo
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