Para el día de hoy (28/03/09):
Evangelio según San Juan, 7, 40-53
(Todo es fuera de lo común, en nada se parece a lo habitual.
Su Palabra, Sus gestos, Su mirada, Su obrar producen una profundísima impresión en quien lo escucha.
-Es que Él no habla por sí, viene con un mensaje de Otro.
El mensaje de Salvación de Abbá, Papá Dios, que nos quiere al extremo de hacerse uno de nosotros y ofrecernos la vida de su Hijo para rescate de todos.-
Algunos dicen que es profeta. Otros, que es el Mesías.
Para quienes detentaban el poder religioso absoluto, era sólo un agitador y un blasfemo. Pero por sobre todo, era muy pero muy peligroso: el Señor hablaba del Reino de los Cielos y de la libertad de todos los hijos de dirigirse al Altísimo como Padre.
Era preciso eliminarlo: corría un grave riesgo todo su montaje de poder. Además, sus corazones estancados en la forma pero vacíos de contenido, eran incapaces de reconocer al Salvador.
Por eso, envían primero a detenerlo a los guardias del Templo.
Pero éstos, al igual que el pueblo, se quedaron pasmados frente a sus palabras, y justifican el no cumplimiento de la orden del Sanedrín argumentando verazmente: - Nadie habló jamás como este hombre-
Se desata una encendida discusión, donde prima el desprecio. Pues fuera de este pequeño círculo, de esta élite de sabios y doctores, nadie podía arrogarse la potestad de hablar con Dios ni hablar de Él.
Es que Jesús y los que son como Él -campesinos y galileos- estaban malditos por no pertenecer a la casta privilegiada del conocimiento, no demuestra pertenecer a un linaje con derechos pretéritos.
No mucho tiempo antes quisieron desacreditarlo -sin darse cuenta que con ello lo honraban- diciendo: -¿Acaso no es éste el hijo del carpintero?-
Se alza la voz honesta de Nicodemo: antes de juzgar, hay que escuchar al que se acusa. Pero Nicodemo es también víctima de insultos velados.
La Palabra de Dios en el Evangelio de hoy nos aporta otro hecho estremecedor en el último párrafo: -Y cada uno regresó a su casa-
Seguirían los insultos y el enfrentamiento dialéctico, pero la decisión de matar al Señor a como diera lugar, ya estaba tomada y no habría vuelta atrás...
Nos queda a nosotros, en estos breves días que faltan para completar la Cuaresma, preguntarnos si también Su Palabra nos ha cambiado a tal extremo de dejar atrás todo y seguirlo.
Preguntarnos si antes de juzgar al hermano, somos capaces de escucharlo.
Preguntarnos si somos capaces de escuchar al Padre que nos suele hablar a través de sus hijos más pequeños, a los que solemos ignorar porque la costumbre es considerarlos menos que nada.
Amén)
Paz y Bien
Nadie habló jamás como este Hombre
Contenidos:
Cuaresma 2009,
Evangelio para cada día
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