Padre Nuestro: la causa de Dios, la causa del hermano
















Para el día de hoy (10/10/18):  

Evangelio según San Lucas 11, 1-4











El pedido que le hacen los discípulos al Maestro no responde tanto a la necesidad de aprender a orar sino más bien a una cuestión identitaria de grupo religioso. Ello así pues en la antigüedad cada religión, secta o vertiente religiosa solía identificarse, entre otras cosas, por el modo único y diferente de sus plegarias. Tal vez, dentro de ese panorama y respetando las distancias a veces abismales, podemos descubrir el Shema Ysrael para la fé de Israel, las oraciones secretas de los esenios o acaso también las plegarias particulares que el Bautista enseñaba a sus discípulos tal como lo solicitan Pedro y los otros.

Pero es menester no perder de vista el contexto: el pedido de los discípulos acontece a continuación de la escena en que Cristo se encontraba orando en cierto lugar. Seguramente es casi imposible expresar vivencias y emociones con exactitud y amplitud; aquí sólo mencionaremos el impacto que debe haber causado en los suyos, en los discípulos, el modo en que Jesús oraba. Quizás ello también quieren ir hacia Dios de esa manera.

Es el tiempo de la Gracia, un tiempo nuevo, totalmente distinto que es mucho más que una alternativa, una opción frente a lo viejo, y por ello la oración cristiana hace centro en un Dios Abbá, Dios Padre que a todos nos hermana.
El Padre Nuestro no es una fórmula que se reserva y restringe a los iniciados en misterios específicos, sino que expresa, con amor y confianza, la santa urdimbre en el aquí y el ahora de la eternidad y la historia.

Venga tu Reino, que el Reino sea, que la vida se expanda entre estos arrabales tan oscuros y hacia la eternidad que se nos ofrece.

Hacer propia, cordialmente, la causa de Dios y la causa de los hermanos.

Suplicar el pan del sustento, el pan de Vida, el pan del perdón que restaura y sana. Seguir confiando en la mano bondadosa de Dios que nos libera de todos los males, los que elegimos y los que nos infringen.

El Padre nunca nos abandona.

Paz y Bien

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