Santa Teresa de jesús, virgen y doctora de la Iglesia
Para el día de hoy (15/10/18):
Evangelio según San Lucas 11, 29-32
Es usual asociar mentalmente lo extraordinario a lo divino, quizás por esa imagen de Dios como el Totalmente Otro y distante, quizás por ciertos esquemas lógicos que infieren que lo divino ha de estar asociado a lo espectacular cuando nó a lo mágico, lo ajeno a la cotidianeidad y a la historia.
Sin embargo, esa tendencia es peligrosa pues nos nubla la mirada y nos imposibilita ver el signo primordial, el signo que perdura, el signo de Cristo que se hace presente en los hechos diarios, humildemente mixturados con el devenir de la existencia.
Esa búsqueda de señales portentosas tiene otra vertiente malsana, y es la de buscar signos a medida, signos que concuerden con los propios moldes, despreciando los que no se adecuen. En casos extremos -en los tiempos del ministerio del Maestro y ahora también- algunos se empecinan en su soberbia en exigir signos de ese talante espectacular, como si ellos fueran fedatarios y autenticadores únicos de las bondades divinas.
Terribles criterios y actitudes que con torpe condescendencia suponen defender los derechos de Dios pero no los de los hermanos, que cuestionan injuriosamente al humilde y al profeta.
Por eso es una generación per-versa, pues reniega de ser con-versa.
El signo que perdura es Cristo y su Palabra, signo del amor de Dios, señal de Salvación. Todo lo demás es añadidura.
Desde allí la conversión implicará escuchar con atención su Palabra y transformar la existencia de acuerdo a ello con el auxilio del Espíritu, vidas frutales que a su vez se convierten en señales de auxilio para los hermanos pues se encienden de esperanza, Evangelios vivos que reflejan la luz perpetua de Aquél que es más que Jonás, que Salomón, que todo ídolo banal de las modas que se imponen.
Paz y Bien
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