La solidaridad, signo cierto de Dios con nosotros


















Para el día de hoy (26/10/18):  

Evangelio según San Lucas 12, 54-59







La lectura que nos ofrece la liturgia del día es a la vez breve pero intensa, y quizás no se acote específicamente a la vida cristiana: la correcta interpretación de los signos de los tiempos -más allá de los indicios climáticos- es un imperativo para toda persona que quiera situarse con exactitud, con prudencia y con verdad en su ámbito histórico. La alternativa es boyar de un lado al otro entre relativismos vanos, a merced de los poderes de turno, esclavos tontos del predominio de las imágenes y la publicidad.

En la vida cristiana ello se acentúa aún más, pues implica interpretar al mundo, al universo y especialmente a la propia existencia a la luz de la fé en Cristo.
Quizás esas señales sean las primordiales, las señales del cielo, del amor de Dios en la persona de Jesucristo, las señales del paso salvador de Dios por nuestras vidas. Demasiado ocupados en lo que no importa, solemos extraviarnos en banalidades que no conducen a ninguna parte y a su vez convirtiéndolas en epítomes de todo, en la mensura a la cual se equipara todo lo demás y, de esa manera, pasamos por alto lo importante, lo que cuenta, lo que permanece y no perece.
Sencillo y sin demasiadas vueltas: cuando arrecia el sol, aguacero en puerta. Cuando no hay justicia ni misericordia, Evangelio extraño y lejano, un libro más que no se encarna.

Pero el regreso del Señor está cerca. No se puede vivir ajenos, como si todo nos perteneciera, como si todo no nos hubiera sido confiado en una suerte de cordial comodato. Llegará el tiempo de la devolución, de la rendición de cuentas que a su vez confiere sentido y trascendencia, la re-unión de los hijos con el Padre que nos ama sin medidas.

En ese horizonte de Cristo no podemos olvidar al prójimo. La Buena Noticia no es cosa individual, de islotes aislados sino de hermanos que, con todo y a pesar de todo, en el nombre de Cristo se reconcilian y edifican desde la caridad y el perdón, señales ciertas también del amor de Dios entre nosotros.

Paz y Bien

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