Nuestra Señora de Guadalupe - Patrona de Latinoamérica
Evangelio según San Lucas 1, 39-48
Éramos apenas los arrabales de la periferia imperial; en la extraña y dura mixtura de pueblos milenarios y conquistadores violentos, la Patria Grande aún no había llegado siquiera a la estatura de sueño compartido.
Pero aún así, Ella estaba. Y donde está la madre, está el Hijo.
Totalmente mujer, con la vida en ciernes, siempre dispuesta al auxilio, jamás demorando el socorro a los necesitados.
Una tilma increíble es señal perfecta: sus ojos bajos están inclinados hacia los hijos más pequeños, los que no cuentan, los despreciados, los ignorados, los que te reconocen y te saben cercana, tan nuestra y tan de Dios, canción magnífica de liberación de un Dios de Amor que es un Padre que nos ama y una Madre que nos cuida.
Cuando tus pies descalzos caminan esos cerros de soledad y abandono, la vida adormecida salta y festeja la presencia en tu corazón manso, de ese Dios que siempre cumple sus promesas, que derriba a los poderosos, que escucha a los oprimidos y sostiene a los humildes.
No hablaremos de polémicas, ni nos sumergiremos en intrincadas apologéticas. Ni de la contraposición de diosa nahuatl y Theotokos, ni del enfrentamiento de ideologías substanciosas y puntillosidades vaticanas. Nada de eso.
Sólo diremos que se trata de una cuestión de Madre, una cordial razón de amores y con eso nos basta, y por eso vivimos, y en esa causa nuestros pueblos caminan en tu esperanza.
Paz y Bien
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