Para el día de hoy (19/02/16):
Evangelio según San Mateo 5, 20-26
Siguiendo el sendero cuaresmal, el Maestro hoy nos propone practicar la justicia del Reino, la justicia mayor. Más aún, para vivir como ciudadanos del Reino hemos de superar la justicia de escribas y fariseos.
Pero aquí no se habla de modo peyorativo respecto de esos hombres: escribas y fariseos eran, además de hombres muy piadosos, estrictos observantes de la Ley, tanto en su relación con Dios como en su relación con los demás. El problema estribaba en aferrarse a la pura letra, con lo cual un don de Dios como la Ley devenía en un código de prohibiciones a cumplirse sin pensar. Todo ello no está mal -la sana convivencia, los fundamentos de toda sociedad comienzan así- pero en el tiempo de la Gracia hay más, siempre hay más.
La justicia mayor implica la superación de la retribución y el encuentro con el otro anónimo, reconociéndolo como hermano. Ello implica aproximarse no sólo físicamente, sino desde lo cordial, aprojimarse, descubrir al otro prójimo, hermano por tener al Padre común.
No es tarea fácil, y puede por allí asomarse cierta veta naif, ingenua, imposible en un mundo a menudo tan racionalmente brutal.
Pero los hijos de Dios, hermanos de Cristo han de atreverse a dar un paso más.
La congruencia entre la bondad de Dios y el perdón que seamos capaces de prodigar en aras de la concordia, de los corazones que se encuentran y que desde un coraje inaudito son capaces de superar toda violencia.
El Maestro insiste sobre ello, recordándonos la imperiosa necesidad de presentar en el altar ofrendas de misericordia y reconciliación.
Porque el culto primero es la compasión.
Paz y Bien
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