La cátedra de Moisés




Para el día de hoy (23/02/16): 

Evangelio según San Mateo 23, 1-12




Con un cierto paralelismo con la lectura de ayer, la cátedra de Moisés indica en primer lugar y de manera literal  a una silla especial que se colocaba al frente de la congregación en la sinagoga, y en donde escribas como fariseos se sentaban a leer y a interpretar la Torah para el pueblo, es decir, eran la voz de la ortodoxia y la tradición respecto de la Ley y las Escrituras.
Por lo tanto, la cátedra de Moisés además de un lugar físico designa a la autoridad de aquellos maestros de la Ley que tienden un puente de tradición entre el mismo Moisés y el pueblo a quien enseñaban, como custodios y depositarios de esa Ley.

Por ello, que el Maestro promueva a los suyos para que hagan y cumplan todo lo que esos escribas y esos fariseos indiquen desde la cátedra mosaica, refiere al altísimo valor que Jesús de Nazareth le confería a la Ley, un tesoro y una bendición ofrecida por Dios a su pueblo. Él mismo no venía a suprimir o a cambiar la Ley, sino a darle pleno cumplimiento.

La cuestión obvia es el encendido y violento conflicto que enfrentaba al Maestro con esas autoridades religiosas. Hay en el Señor una reivindicación que superficialmente choca con las durísimas críticas que habitualmente volcaba hacia esos hombres. 
En realidad no hay contradicción: escribas y fariseos son transmisores de algo muy valioso que es la Ley, y ello los trasciende. Los problemas pasan por otro lado.

Escribas y fariseos carecían de coherencia entre el decir y el hacer, entre doctrina enseñada y profesión cotidiana de esas enseñanzas en la vida diaria. Pero además, adosaban a la Ley una complicada casuística cuyo único producto era la imposición de intolerables cargas para las gentes más sencillas.
Ninguna enseñanza religiosa ha de ser causa de opresión para los creyentes. Y la Ley, originalmente para Israel, era un don de su Dios que los hacía crecer en identidad y en libertad. La Ley era signo de liberación.

La Ley, en tanto que inspirada por Dios, no puede se apropiada por nadie. Los legítimos catedráticos son aquellos que devienen en servidores humildes de la Ley y de sus hermanos, para mayor gloria de Dios.

Paz y Bien



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