La cátedra de San Pedro




La Cátedra de San Pedro apóstol

Para el día de hoy (22/02/16): 

Evangelio según San Mateo 16, 13-19




Hoy la liturgia nos convoca para celebración de la Cátedra de San Pedro Apóstol: se trata de una antigua tradición, ya festejada por la Iglesia en Roma desde el siglo IV.
Es ocasión solemne en la que se agradece a Dios por la misión que Cristo le ha confiado a Simón Pedro y a todos sus sucesores.

Cátedra -en latín cathedra- significa literalmente el sitio o sillón fijo del obispo de una diócesis que se ubica en un templo madre de esa diócesis y que, por eso mismo, se denomina Catedral. Simbólicamente representa la autoridad de ese obispo y muy especialmente su magisterio, o sea, la enseñanza del Evangelio que él, como sucesor de los apóstoles, debe custodiar y transmitir a la comunidad cristiana que se le ha confiado desde el servicio.
En cierto modo, físicamente una cátedra se asemeja a la silla curul de los procuradores romanos, pues desde sitiales similares se ejerce autoridad, más la diferencia fundamental estriba en el carácter de la misión de cada uno de ellos. El procurador ejerce el poder delegado del imperio, el obispo sirve y pastorea a su pueblo desde la caridad.

Ahora bien, la Cátedra de San Pedro remite al apóstol Simón hijo de Jonás -Shimón bar Iona- llamado Cephas o Pedro, elegido por el Señor para ser roca, fundamento inamovible desde donde Cristo edifica su Iglesia. 
El viejo pescador galileo -ahora pescador de hombres- transitó los mismos caminos y rutas que Jesús de Nazareth, y el sendero que Él les enseñaba, aún con sus quebrantos, aun con sus imperfecciones.
Luego de la Resurrección, Pedro comienza su ministerio apostólico en la misma Jerusalem, en la naciente comunidad cristiana. Posteriormente, merced a ese impulso misionero, Pedro se convierte en el primer obispo de la antigua ciudad de Antioquía, primer lugar geográfico e histórico en donde a los seguidores de Cristo se les comienza a llamar cristianos. Es decir, la protocátedra de Pedro la encontramos en Antioquía.

Pasados los años, y fiel al mandato del Maestro que los enviaba a evangelizar todas las naciones, Pedro se traslada a Roma, sede y capital del Imperio, pues en la antigüedad se la consideraba Caput Mundi, cabeza del mundo. Llegarse a Roma a evangelizar, entonces, significaba cumplir con el anuncio de la Buena Noticia a todos los pueblos.
Allí se establece Pedro, allí se convierte en su obispo, allí morirá mártir.

Desde entonces, se reconoce a Roma como sede de la Catedra de San Pedro y de sus sucesores, Iglesia primus inter pares en la caridad, magisterio apostólico que se cimenta en el Espíritu que sostiene y alienta a la Iglesia, y que sin cesar confiesa a Cristo como Hijo de Dios vivo desde la fé, don y misterio de ese Dios que muestra su amable cuando Pedro y los que le suceden a través de los tiempos permanecen fieles al mandato de esperanza, de fé y de amor desde Cristo y al servicio de toda la humanidad, congregando a la Iglesia en coro de misericordia y confirmando a sus hermanos -y a sus hermanos más pequeños- en la fé que profesan.

Paz y Bien


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